La situación era
crítica. Tan crítica que habíamos despedido al Director General. Ciertos
puestos directivos se habían cambiado al menos una vez en busca de una
solución, un cambio de rumbo que evitara el choque definitivo contra los
escollos. Las empresas no se pueden parar porque se rompen, así que se decidió
realizar una reunión de viernes a sábado en una casa apartada en la que había
una amplia sala de reuniones con un proyector. No había cobertura para los móviles.
Antes se mandaron tareas a los asistentes Directores y algunos Jefes de Área
para que hicieran un análisis previo de su departamento. Debían ayudar a los
demás a comprender su funcionamiento, sus problemas y su visión. A esta le
siguieron otras reuniones. De cada reunión surgían las tareas para la próxima.
No recuerdo ninguna reunión en la que se perdiera el tiempo o se divagara salvo
para aportar ideas (unas más imaginativas que otras) Estas reuniones llevaron al
análisis de la situación actual de la empresa, la detección de los principales
problemas, el planteamiento de las soluciones, su puesta en marcha y su
seguimiento. Hasta se cambió completamente la gama de productos.
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Aprender a hablar
con uno mismo no es sencillo y paradójicamente podemos necesitar a los demás
para aprender y hacerlo bien. Algunos aprendieron de pequeños o tienen una
capacidad innata, otros necesitamos aprender. Para tener éxito, innatos o no, hay
que practicar, practicar y practicar como decía Paco de Lucía. Además es
complicado empezar. Lo que todo el mundo encuentra al mirar en su interior, son cosas que no
querían encontrarse. En el fondo sabían que estaban allí. Hasta aquí llegamos
todos, luego hay que enfrentarse al abandono porque no me gusta, al peligro de
caer en una baja autoestima,… afrontar esto muchas veces no se consigue sólo. Vas
aprendiendo a conocerte, a perdonarte, a buscar la superación… Cuanto más te
conoces en los momentos de soledad, menos solo te sientes y más te abres a los
demás.
Volviendo a
nuestro comienzo, una empresa es “un ser humano”, porque la componen seres
humanos que interactúan y se enriquece con otros seres humanos (Clientes,
proveedores, bancos, accionistas,… personas físicas y jurídicas). Pero también
necesita estar de vez en cuando a solas para pensar y conocerse, para
reflexionar sobre sus actos y sus consecuencias, para afrontar y superar sus
miedos, para planteárselo todo… Hay muchas reuniones formales encaminadas a
esto, como la elaboración de presupuestos o de planes plurianuales, la fijación de objetivos, etc. Otras son
informales o puntuales de análisis de problemas, de análisis de desviaciones
sobre nuestros objetivos y medidas correctoras para poder alcanzarlos,… Muchas
empresas no lo hacen. Los motivos son los mismos motivos que tiene una persona para
no mirar en su interior, ¿falta de tiempo o quizás el miedo de ver lo que
pueden encontrar? Otras lo intentan pero son improductivas, no han aprendido a
hablar con sí mismos, “los prejuicios y la falta de amor”, como en “Cien años
de soledad” lo impiden y así nos aíslan en las reuniones, abriendo abismos
entre las personas. No se perdonan y no asumen los errores de una manera franca
para poder superarlos.
Cruzarse con
alguien en el espejo todos los días y no saludarle ni hablar con él, aparte de
ser de mala educación, es un error que se paga caro. Si no te haces su amigo te
hará la vida imposible. Salúdale y
conócelo bien, te apoyará y presentará a mucha gente. Nunca estarás sólo.
Diego Lias
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