jueves, 8 de enero de 2015

NO PRODUCTIVO, LA SOMBRA SILENCIOSA


Una vez fui soldado. Durante una de las misiones que me asignaron, casi al final de ella, el “Cabo Primero” irrumpió en la habitación y lo echó todo a perder. “¡Mi Primero! ¡Mi Primero! ¡Que acabo de terminar de limpiar, me ha pisado todo el suelo, ha puesto los pies en la mesa y ya está llenando de ceniza el cenicero! Mi nerviosismo estaba justificado, sabía que en breve me inspeccionaría el Sargento y que como no estuviera todo impoluto, se me caería el pelo. El Primero, giró la cabeza y torció el gesto. ¡Jod…, Lias! Con que me meto al Ejército para no tener que escuchar las put… charlas de mi madre y me vienes tú a tocar los coj… (el lenguaje, como en las películas, es verídico). Tuve otras misiones como ésta. De unas salí airoso y de otras no. En algunas tuve que recoger colillas de los urinarios con la mano y en otras no.

Los economistas teóricos, para determinar de qué dependía el crecimiento económico, allá por el s.XVIII, introdujeron la palabra “productividad” (Escuela fisiocrática francesa) Se referían a la agricultura. Más tarde llegaron los economistas clásicos, padres de la economía moderna, Adam Smith “La riqueza de las naciones” (1776) introduce el liberalismo económico y le siguen Thomas Malthus, Stuart Mill… los factores productivos se amplían al comercio y a las manufacturas y asigna al estado las tareas improductivas. Dentro del concepto, está la incorporación de valor a algo vendible, todo lo que no incorpora valor es improductivo. Para Karl Marx, “El Capital” (1867), el obrero es el factor productivo. Le siguieron los neoclásicos, con Alfred Marshall a la cabeza “Principios de economía” (1890) agrega a los factores productivos “La Organización Industrial” y cómo el valor de un bien se fija en función de los costes de producción y la utilidad marginal del bien (si es útil y deseado por muchos o por pocos y si hay mucho o poco). Keynes fue el siguiente, “Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero” (1936) vive la Gran Depresión (y el inmenso problema del paro) y da un giro al pensamiento, la riqueza se encuentra en la demanda, la estimulación del consumo y la inversión, generan la riqueza. Surgen los impuestos progresivos para favorecer la demanda, la política fiscal y el déficit estatal para impulsar la economía. R. Solow incorpora el incremento tecnológico y la crisis de los ‘70 dejó obsoleta la teoría de Keynes dando paso a la Milton Friedman de la Escuela de Chicago y su influencia sobre T. Sargent y R. Lucas. Así pasamos de la demanda (consumo) a corto plazo a las expectativas a largo. Todo lo que tenemos ahora son mixes y remixes de lo anterior. Así, hemos pasado de que la riqueza sea tener un campo que produzca a tener preferentes o derivados. Vendemos y compramos futuro. Pero siempre la producción y la demanda como línea conductora. (He sido un poco simple condensando, ustedes perdonen)

En un mundo en el que la economía y la vida giran en torno a la productividad y el consumo, todo lo que queda fuera, no tiene valor. En esta línea, un no productivo, parece que no suma. Es un concepto aceptado y generalizado por todos nosotros. ¡No!, yo no. ¡Sí!, tu sí, y yo también. Damos muchas cosas por hechas, que funcionan solas y no es así. En las empresas hay personas y departamentos denominados no productivos (Informática, Logística, Finanzas, Personal, Servicio Postventa, Mantenimiento y Limpieza, Seguridad…) son áreas de la empresa que no destacan, pero que si hacen mal su trabajo, todos nos vemos afectados. Como nos quedemos sin ordenadores, no somos nadie, por ejemplo.


La sociedad también tiene no productivos. El mismo Adam Smith dejaba las tareas “improductivas” al estado y parece que continuamos con ese concepto, daría la impresión que el funcionario es un “chupóptero” que vive a costa de los demás. Sanidad, seguridad, educación, infraestructuras… son cosas que damos por hechas, normales, a las que tenemos derecho y no nos damos cuenta de que en la mayoría del mundo no es así. Son actividades que definitivamente soportan la productividad de un país. Son trabajos deslucidos pero imprescindibles.

El que sean trabajos “no productivos”, no quiere decir que no deban ser eficientes y proporcionales a la producción. El equilibrio, como todo en la vida, es fundamental y lo difícil es siempre alcanzar ese equilibrio; sobre todo en actividades que por no ser directamente productivas y por tener efectos a largo plazo, su rentabilidad (económica o social) es difícilmente medible. Aunque hay gente que lo busca, como Samuelson (1915-2009), que aplicó los principios de termodinámica para intentar cuantificar y explicar el equilibrio. Me parece que en “cómo alcanzar el equilibrio” estamos más por la labor de pegarnos aplicando más la política que las fórmulas de termodinámica.

Nos quejamos de que nuestros hijos creen que la leche aparece espontáneamente en la nevera, nos quejamos de cosas similares de nuestros maridos y mujeres. Pensamos que las personas mayores ya no son productivas, pero nos olvidamos de lo que han hecho y siguen haciendo por nosotros. Vemos a los niños como no productivos y pueden hasta parecernos a veces una carga, pero son el futuro y hay que esforzarse con ellos para que el día de mañana valoren y mejoren lo que les hemos dejado. Creemos que la amistad es un regalo que no hace falta cultivarse y nos extrañamos cuando nadie nos llama, pensando que los demás se portan mal con nosotros. Creemos que tenemos derecho al amor; a recibirlo, pero no a darlo. Creemos que tenemos derecho a todo y obligación de nada.

He comentado que en un mundo en el que la economía y la vida giran en torno a la productividad y el consumo, todo lo que queda fuera, no tiene valor. Hemos dejado de valorar muchas cosas. El problema es que se nos olvida valorar el trabajo de mucha gente, como el Cabo Primero con el trabajo gris de un soldado o con el trabajo de su propia madre. Se nos olvida valorar lo que se nos da y lo que se nos regala en otros factores no productivos como el amor o la amistad. No nos damos cuenta que valorar es esforzarnos por cuidar y corresponder.


Un día puedes encontrarte que todo eso que dabas por hecho o a lo que creías que tenías derecho, lo has perdido. Te darás cuenta de cuánto se hacía o cuánto se te daba. Valorad la sombra silenciosa, cuidadla y corresponded, no la perdáis como Peter Pan.


Diego Lias

5 comentarios:

  1. Cristina García9 de enero de 2015, 8:57

    Buenas! Parece que me hayas leído el pensamiento! Ayer hablaba con mi jefe sobre un proyecto de formación para gerentes de concesionario y uno de los temas a tratar es la política retributiva y él lo planteo como "salarios por categorías profesionales". Le sugerí que introdujéramos también hablar de política de incentivos y palabrita que enumeré categorías como: incentivos para productivos y 'no productivos' (yo también valoro su trabajo), individuales y de grupo, etc. Por cierto, te alabo la capacidad para sintetizar! ... a mi me cuesta, tengo que esforzarme.

    ResponderEliminar
  2. ¡Qué pena!. El que no produce es un parásito. No hay lugar para el pensador que ,basándose en los principios morales, trata de conformar la sociedad materialista para una convivencia acorde con los valores espirituales. Valores como la compasión, la amistad, el amor o la generosidad son treméndamente productivos para el ser humano, ya que enriquecen su vitalidad espiritual y ayudan a la convivencia en armonía.

    ResponderEliminar
  3. ¡Qué pena!. El que no produce es un parásito. No hay lugar para el pensador que ,basándose en los principios morales, trata de conformar la sociedad materialista para una convivencia acorde con los valores espirituales. Valores como la compasión, la amistad, el amor o la generosidad son treméndamente productivos para el ser humano, ya que enriquecen su vitalidad espiritual y ayudan a la convivencia en armonía.

    ResponderEliminar
  4. Estamos en este momento invadidos por los monetizadores, si se me permite el término, gente sin capacidad de análisis conceptual, con una pobreza de miras incapaz de distinguir los verdaderos valores, con una falta de imaginación que no les permite ver más allá de sus narices y con un pobre perfil humanístico. Falsa eficiencia a corto plazo y faltos de productividad real a medio y largo plazo.

    ResponderEliminar
  5. Muchas gracias a todos por leerme y por vuestras aportaciones. Critina aportando nuevas situaciones, Anónimo por pensar en la productividad de los valores, Ramiro por su visión del corto y largo plazo. Gracias.

    ResponderEliminar