miércoles, 10 de diciembre de 2014

PACIENCIA, LA FORTALEZA SILENCIOSA


A veces una acción cambia tu concepción del mundo. Os contaré un relato corto. Durante la celebración de un torneo de baloncesto en el colegio, uno de los niños se destapó como máximo encestador. Era muy malo pero también era muy alto (eso facilitaba las cosas). Le ofrecieron entrar en el equipo del colegio. Su ego voló, no le hacía mucha falta el que le dieran alas, por aquella época estaba sobrado. El equipo llevaba formado desde el primer año de colegio y estaban en el quinto. No era aficionado al baloncesto, ni sabía las reglas fundamentales.

Asistió al primer entrenamiento. “chaval, haz una entrada por la derecha” “¿Eso qué es?” Primera carcajada de sus nuevos compañeros. No fue nada comparada con la de cuando ejecutó el intento real. Lo cierto es que él también se hubiera muerto de risa si no hubiera sido el patoso y si su ego hubiera estado un poco más bajo. Primera expulsión del entrenamiento, se peleó. Le siguieron unas cuantas más. Había un compañero en especial que le sacaba de sus casillas a diario, su paciencia tenía un umbral muy bajo.

Decidió dejarlo y así se lo dijo a su padre. Ya había dejado otras muchas cosas, pintura, judo, guitarra, etc. Hoy diría que fue porque pensaba que las cosas salían por si solas a la primera. Se veía tocando El Concierto de Aranjuez al día siguiente, luego la realidad le machacaba y sólo conseguía ruidos incoherentes. Su padre le dijo: “ya has dejado muchas cosas, tienes que aprender. Esta actividad no la vas a poder dejar hasta que pase un año. Cuando pase un año volvemos a hablar”. ¡Un año en ese infierno contra su ego! Aprendió muchas cosas, entre ellas la paciencia.

Estaba condenado a un año de trabajos forzados y su orgullo no le permitía volver todos los días expulsado ni aguantar eternamente las burlas. Comenzó a aprender sobre sí mismo y a tener autocontrol, consiguiendo que no sólo las provocaciones de sus compañeros no le desequilibraran sino que le “picaran” para hacerlo mejor. Tuvo que ser minucioso y entrenar una y otra vez sin pensar que fallaba, centrándose en que tenía que conseguirlo con cada pequeño esfuerzo, con cada repetición, esperando que en algún momento saliera bien. La tolerancia llegó sin advertirlo, comprendió la actitud de sus compañeros e intentó cambiarla con sus actos, también aprendió a ser indulgente y ayudar a la gente que no lo hacía bien, pero que se esforzaba sin descanso, el era uno de ellos. Al año, la paciencia dio sus frutos, se ganó el respeto de sus compañeros, se convirtió en un buen jugador y disfrutó jugando con ellos los siguientes siete años.

Al séptimo año, llegaron a lo más alto de la liga, eran el único equipo sin pabellón, un equipo modesto. Fue gracias al esfuerzo de todos, no eran buenos individualmente pero sí como conjunto. Les hubiera gustado ganar, pero para ser realistas, sabían que era muy difícil. Lo que querían era divertirse y disfrutar del momento que se habían ganado. El objetivo del entrenador no fue el mismo, decidió coger gente de fuera del colegio para hacer un equipo más alto y potente, que terminó igual: al final de la tabla. La mayor parte del equipo antiguo dejó de jugar. Algunos llegaron a no ir más a los partidos. Nada era lo mismo, estaban allí para pasárselo bien. Hablaron con el entrenador y explicó que era lo que había, que al que no le gustara, tenía la puerta para irse. La paciencia no es caer en la apatía, no es quedarte quieto cuando no hay nada que esperar. Ya no había un motivo para esperar pero si para ser paciente una vez más, paciente en el sentido de asumir las cosas como venían y tomar una decisión meditada. El protagonista dejó el baloncesto antes de terminar la temporada. Ciclo completo de aprendizaje sobre la paciencia.

Hay muchos relatos sobre la paciencia. Escogí este porque es real y estoy seguro que cada uno de vosotros tiene alguna historia personal parecida en la que aprendió qué era la paciencia. Esta es sólo mi historia y una de las cosas por las que estoy más agradecido a mi padre porque cambió mi concepción del mundo. A veces me despisto y tengo que recordarla, como todo el mundo, pero no se me olvida.
  • Édison dijo de su invento, la bombilla, “no fueron mil intentos fallidos, fue un invento en mil pasos” La paciencia es constancia.
  • “El genio puede concebir, pero la labor paciente debe consumar” (Mann) La paciencia es esfuerzo, lo que separa la teoría de fabricar la realidad.
  • “Vísteme despacio que tengo prisa” Fernando VII en boca de Benito Pérez Galdós. La paciencia es ser minucioso en el trabajo, madre del buen hacer y tía de evitar el repetir las cosas innecesariamente.
  • La paciencia enseña a no aferrarse a un resultado, a adaptarse a lo que no puedes cambiar para conseguir el mejor resultado y obtener lo mejor de todo lo que te ocurre.
  • Es ser consciente de las necesidades y del trabajo de los demás. No eres el centro del universo, los demás no hacen sólo cosas para ti.
  • Es el coraje silencioso “No confundas la paciencia, coraje de la virtud, con la estúpida indolencia del que se da por vencido” (Mariano Aguiló)
  • Es ser consciente de los sentimientos negativos, dominarlos y canalizarlos hacia una forma de actuación positiva, actuando sin la interferencia de la ofuscación.
  • Es saber vivir el presente y disfrutar de él, no correr detrás de un futuro que nunca llega, porque lo que llega nunca es lo que habías imaginado.
  • Be water my friend…

Dicen que no son buenos tiempos para la paciencia, que todo tiene una respuesta inmediata, internet y las nuevas tecnologías hacen que el mundo gire más deprisa. Que no está de moda en las empresas, que buscan resultados inmediatos, y que por inmediatos se tornan cortoplacistas. Pobres de nosotros, estamos obligados. Pues no es cierto, la falta de paciencia proviene de la falta de madurez. El relato es de una época sin internet, sólo buscamos excusas por nuestro egoísmo. Crecer, como me enseñó mi padre, significa entender que no somos el centro del mundo. Significa aprender a tener paciencia, porque las cosas, normalmente no se consiguen en un momento y sin esfuerzo. Un impaciente es un egoísta intolerante sin conocimiento de lo que cuesta obtener las cosas, que termina frustrado. Cuando nos encontramos con un impaciente en la empresa, obtenemos decisiones sin meditar, sin pensar en el largo plazo ni en los demás, sin planificación, dejando todo por lo que es “urgente”, tiempos irrealizables que generan expectativas frustradas… La principal consecuencia de la impaciencia es la frustración.


No viváis en la frustración, entended a los demás, las circunstancias y que cada cosa tiene su tiempo, entended que no tenemos el control sobre todo y hay que afrontarlo con calma, la cabeza fría y con el enfoque más positivo que podamos darle, es una actitud mental. Actitud activa y reflexiva, no pasiva y despreocupada. Nos acercará a conocer a los demás y a nosotros mismos, a observar y pensar. Es la fortaleza silenciosa. “La vida es como una leyenda, no importa cuán larga sea, sino lo bien que esté narrada” (Séneca)


Diego Lias

2 comentarios:

  1. ¡ Ah la paciencia ! Se acaba cuando padecemos la injusticia; no obstante es necesaria para lograr las cosas más importantes de la vida.
    - Los políticos, si lo explican bien, necesitan de la paciencia de los ciudadanos para desarrollar sus proyectos (la meta, el camino y los pasos necesarios) ; si no lo explican, provocan la impaciencia y la búsqueda de alternativas.
    - El obeso necesita paciencia para adelgazar, aparte de constancia.
    - El pescador o el cazador necesitan armarse de paciencia si quieren cobrar la pieza.
    - El educador tiene que ser paciente si quiere obtener resultados válidos y duraderos.
    Por tanto, debemos armarnos de paciencia ante todas las circunstancias de la vida para obtener sus beneficios, que son muchos.

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    1. Gracias por tus acertados comentarios y por leerme. Un cordial saludo

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