El último soldado Japonés en
rendirse después de la Segunda Guerra Mundial fue Hirō Onoda en marzo de 1974, oficial de inteligencia, su último
compañero Kinshichi Kozuka murió por disparos de la policía en 1972. No rindió
las armas hasta recibir la orden de su superior (librero por aquel entonces) Tuvo
que volar desde Japón a Lubang (Filipinas) para informarle de la derrota y
ordenar su rendición. Menos mal que su superior estaba vivo, si no habría
seguido hasta el año de su muerte en 2014. Desperdició su vida hasta 1974 pero
desde ese momento y hasta su muerte la rehízo con éxito e incluso donó 10.000$
a la escuela de Lubang.
¡Veintinueve años de trabajo
inútil! Y no se puede decir que fuera un vago, estuviera poco motivado o que
fuera de los que tiran la toalla. No hablamos de cuando has trabajado duro y
las cosas no han salido como pensabas, hablamos de cuando ya no tiene sentido
el trabajo porque es inútil, la guerra terminó. Puede parecernos ridículo pero
esto mismo me lo he encontrado en muchas empresas, personas que cuando analizas
su trabajo hay cosas que hacen que no saben por qué las hacen y que no tienen
sentido porque nadie les dijo que ya no hacía falta hacerlo. Se olvidaron de decirles
que la guerra había terminado. La falta de comunicación en un mundo tan
comunicado como el que parece que vivimos sigue siendo un gran problema.
Sistemas y procesos que se cambian sin tener en cuenta a todas las partes
implicadas. Unas veces producen el choque de trenes y en otras producen actividades
que quedan en vías muertas. No comunicar a los implicados el porqué de su
trabajo, es un error común que podría evitar estas situaciones. En procesos en
los que no se ha planificado correctamente el cambio, es el propio implicado el
que en ocasiones ha avisado del problema que se generaba por no tener en cuenta
algo.
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Los seres humanos necesitamos
sentirnos útiles, forma parte del corazón de la autoestima. Eso que alimenta el
conseguir grandes hazañas. Es el pelo de Sansón. Si lo pierdes, pierdes la
fuerza. Sansón fue traicionado por Dalila, le cortó el pelo. El encargar
trabajos inútiles se emplea mucho en el acoso laboral, su objetivo: la
desesperanza, dejar de hacernos sentir útiles y la pérdida de la autoestima. El
fin: la sumisión absoluta o el abandono. Justo lo que busca un maltratador, las
Dalilas modernas que te convierten en Sísifo y te hacen vivir las penalidades
del inframundo.
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Onoda fue el último japonés, pero
en realidad el último soldado del Ejército Imperial en rendirse fue Teruo
Nakamura en diciembre de 1974. De origen Taiwanes, en 1956 había renunciado a
la resistencia y vivía aislado en una cabaña en la jungla. Fue repatriado a
Taiwan en enero de 1975 para encontrarse con un hijo que no conocía y una mujer
que se había vuelto a casar hacía 20 años. La prensa comenta que murió amargado
y confuso.
Mi amigo dice que es muy duro
asumir que estás sufriendo por algo inútil y tiene razón. Lo que también es
cierto es que en algún momento tu mismo abres los ojos o te los abren (un
consultor, un amigo…). Es entonces cuando no hay donde esconderse.
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Diego Lias
Muchas gracias por compartir vivencias, creencias y conocimientos. Pero, sobre todo, muchas gracias por el esfuerzo semanal que esto supone. Te sigo a través de suscripción, pero en esta ocasión decidí visitar el blog para dejar este comentario.
ResponderEliminarUn "pero": escribir sobre fondo negro dificulta la lectura en el blog.
Un saludo,
David.
David, muchas gracias por dejar tu comentario, por leerme y por valorar el tiempo que le dedico. Lo del fondo negro no creo que lo cambie, lo hice por dos motivos, me conoces de hace años y me gustan los juegos de palabras y las contradicciones, estoy escribiendo en negativo un blog positivo y en teoría cansa menos la vista. Muchas gracias de nuevo y un abrazo muy fuerte David
EliminarMe parece muy útil tu artículo. ¡ Cuántas veces hemos dejado de hacer algo por considerarlo inútil ! Darse contra un muro porque tus ideas no son acordes con las del jefe. Sabes que las dejará a un lado; eso si, quizá las utilice como suyas más adelante.
ResponderEliminarSentirse útil es vivir dos veces. Ganas en el aprecio de los demás. Te haces más abierto. Vives y compartes. Tu generosidad aumenta. Y a la postre eres más feliz en la convivencia. ¡ Qué bueno es ser útil !.
Muchas gracias por tu comentario, de la frustración a la autoestima, buen punto. La utilidad no sólo es en la oficina, pasamos muchas horas en la oficina y nos afecta para bien y para mal. Cuando es para mal piensa que el mundo no es sólo la oficina. Cuando se jubila alguien, hay algunos que lo llevan bien, otros mal. Los que lo llevan bien han enfocado su vida en otras cosas para ser útiles y seguir con su desarrollo personal. Gracias
Eliminar¡ Qué pena cuando a alguien se le cuelga el sambenito "es un inútil" ! Es el principio del fin de la autoestima. En lugar de ayudarle, le hundimos más y más. En la vida me he encontrado con muchos inútiles; algunos son recuperables dándoles otras responsabilidades acordes con su preparación y carácter; otros no lo son, por soberbia. Cuanto más alto es el puesto más difícil es su recuperación. Al final son quienes hunden la empresa.
ResponderEliminarMuchas gracias por dejar tu comentario. He tocado de refilón el sentirse inútil por la pérdida de la autoestima. El hablar de los inútiles da para otro artículo, quizás lo haga más adelante. Gracias por la propuesta. He querido centrarme más en cuando te das cuenta de que tus esfuerzos eran en realidad inútiles.
EliminarLo que dices lo he visto y tiene mucho sentido, pero si bien los errores y los aciertos se ven más en los puestos altos y sus consecuencias son más dañinas o más beneficiosas, lo cierto es que su visibilidad se debe al nivel de responsabilidad. Idiotas y listos los hay en todos lados y también son recuperables o no en todos los sitios. Yo he visto recolocar a directivos en otras áreas. Gracias