¿Te ha dejado con el “cul… al
aire” otro departamento que hace lo que le da la gana? ¿Vives en un
departamento en el que tu jefe es el rey y señor sin dar cuantas a nadie? ¿Tienes
un compañero que parece que está por encima del bien y del mal? ¿Alguna sociedad
del grupo va por libre? Repúblicas Independientes.
Manu era una mano estupenda,
llevaba toda la vida colgando del cuerpo de Jorge, lo habían vivido todo
juntos. Jorge estaba encantado, hacía multitud de cosas con ella y siempre
había hecho su papel. Ya no le prestaba mucha atención porque funcionaba sin
tener que pensar. Un día, durante una cena romántica con una chica que a Jorge
le gustaba mucho, Manu decidió meter el dedo en la nariz y dejar en mal lugar a
Jorge. A Jorge no le gustó pero lo dejo pasar, un fallo lo tiene cualquiera. Un
rato después Manu caía sobre la copa y tiraba el vino sobre la blusa de la
chica en un movimiento torpe. No contento con esto intentó limpiarla. Ni si
quiera se dio cuenta de que hay sitios en los que no puedes ayudar a una chica.
Jorge se quedó solo con la comida a medias y la cara roja por dos motivos.
Jorge empezó a fijarse en Manu desde ese día y se dio cuenta que en realidad
Manu no hacía las cosas tan bien, es más, los dedos estaban hechos un desastre,
descuidados, con cortes. Pensaba que la lazada de los zapatos se deshacía
porque el cordón no era de buena calidad, pero era porque Manu pensaba que era
un trabajo que no era para él, ni de categoría. “Que lo hiciera Palmer (la otra
mano)” y hacía el “paripé” para que Jorge no se diera cuenta. Palmer estaba
hasta las narices porque esta era otra de otras muchas cosas. De hecho otras
partes del cuerpo estaban en la misma situación, pero como sabían que Jorge
adoraba a Manu nadie decía nada, tímidamente quizás, pero como Jorge no daba
importancia a lo que contaban de Manu, dejaron de comentar. Jorge ya estaba
bastante mosqueado pero un día ocurrió lo peor, Manu se metió por entre las
puertas del ascensor cuando estaba en movimiento y al cambiar de piso Manu
quedó tendido en el suelo en un charco de sangre. Había pensado que no
necesitaba al resto del cuerpo y ahora yacía muerto. Jorge se recuperó y
aprendió a utilizar una prótesis, no era lo mismo pero le fue bien.
Durante mi vida profesional he
visto muchos Manus. En niveles bajos y en niveles altos, hasta en la dirección
general de empresas pertenecientes a grupos.
El perfil siempre es el mismo:
Egocéntrico. Desconsiderado con su personal, con los de otros departamentos y
con la gente de su nivel, pero muy atento y servicial con la persona de la que
depende. Verdaderos “encantadores de serpientes” que convencen de cosas
inverosímiles, tapando el presente y vendiendo futuro. Suele ser un cuello de
botella tanto para la organización como para la información que sale de su
República. Los problemas no son culpa suya, ya se encarga el de liberar el peso
sobre el entorno, o peor aún, sobre otros, normalmente con comentarios jocosos
o mordaces ante el jefe. Ostentan lo que Robbins y Minztberg llaman “poder
legítimo” propio del puesto, del que dependen recompensas y poder coercitivo. Además
suelen controlar recursos o información de la que dependen otros departamentos
sobre los que ejerce su poder, no es por tanto un verdadero líder. Utilizan el
engaño, las medias verdades y la ocultación. Lo más importante, no piensa en
beneficio global de la organización, piensa en su parcela de poder, cómo
aumentarla. Piensan que son los propietarios, pero manejan los bienes ajenos
como si dispararan con la pólvora del rey.
El ambiente de trabajo es:
Tiránico. Se hace lo que mando yo sin explicaciones. La rotación suele ser
alta. Toda la información tiene que pasar por sus manos. El trabajo y la toma
de decisiones se ralentizan. Las decisiones en el trabajo no tienen muchas
veces sentido si se piensa en términos de empresa, pero sí si se piensa en los
objetivos personales. El enfoque suele ser cortoplacista, sin planificación y
atropellado. Lo importante son los objetivos personales, no los de la
organización. El acoso puede aparecer en algunos casos, las personas molestas
sobran, unas personas abandonan por este motivo y otras por la falta de
proyección o el ambiente laboral.
¿Cuándo termina la presidencia de
la República? Desde mi experiencia, cuando revienta todo. Cuando Manu mete la
pata o en este caso la manu en la rendija del ascensor. Se descontrola la
situación. Los avisos no suelen ser escuchados. Es triste pero suele ser lo
normal.
¿Está todo perdido? ¿Qué hacer? Desde
luego que no está todo perdido y sí se pueden hacer cosas. Como digo siempre,
lo principal, la prevención. “Para que no se pueda abusar del poder, es preciso
que el poder detenga al poder” Montesquieu. Es responsabilidad del que esté por
encima. Si tienes personal a tu cargo, estate atento al clima laboral, es un
buen indicador, utiliza al departamento de RRHH o subcontrata estudios bien
diseñados con una cierta periodicidad. Mide todos los objetivos y vigila las
causas de incumplimiento. Vigila el cumplimiento de los procesos y de la normas
éticas de forma seria y no para cubrir el expediente. Utiliza personal
independiente o externo para controlar estos procesos. Escucha lo que te
cuentan, pero contrastando y depurando la información. Si estas a cargo de
alguien que es el Presidente de una República las opciones son limitadas:
aprovechar encuestas de clima laboral, auditorías, etc; irte; esperar a que
cometa el error y lo destronen. “El poder nunca es estable cuando es ilimitado”
Tácito.
El poder es una confianza que
otros han depositado en ti para administrar sus recursos, por tanto un deber de
gestión con la diligencia de un buen padre de familia. Es administrar con las
obligaciones de un propietario, no como si fueras el dueño y señor de haciendas
y vidas. Sed diligentes, considerados, optimizad los recursos de la empresa, la
empresa es una, no varias enfrentadas. Los trineos son ingobernables si cada
perro tira en distintas direcciones. “Cualquier poder que no se basa en la
unión, es débil” Jean de la Fontaine. Evitad las repúblicas independientes.
Diego Lias
¿Que quieres decir?. ¿Hablas quizá de la incompetencia consentida; de los paniaguados impuestos en las empresas?. ¿Los reyezuelos enquistados?.
ResponderEliminarCreo leer entre lineas situaciones de frustración. El poder es cruel con quienes intentan subvertir el orden establecido; y es por demás el enemigo más implacable. Derrocar ese poder requiere inteligencia y estrategia.
Sin embargo, el aliado más fiable es el dinero. Cuando el inversor ve peligrosidad en la actuación de quien ostenta el poder en la empresa, e intuye pérdidas en su inversión, es el primero que solicita el cambio de dirección para evitar males mayores. Los números, si son explícitos, cantarán por sí solos.
En ese momento es cuando hay que cortar todas las salidas posibles al poder.
El resultado será, si hay suerte, el derrocamiento del Presidente de la República.