jueves, 31 de julio de 2014

COMPROMISO / ENGAGEMENT

Siempre me han llamado la atención los conflictos bélicos. No porque me guste la guerra, si no porque crea situaciones límite de comportamientos. Las conclusiones pueden ser más evidentes. Hace poco vi dos documentales. Uno sobre un miembro de las fuerzas especiales rusas. En un combate, al caer una granada entre sus camaradas, se tiró sobre ella salvando a sus compañeros, él murió. En el otro, un soldado americano al que se le había concedido la Medalla de Honor del Congreso (máxima condecoración) por traer a lugar seguro a sus compañeros. Fueron él y otro compañero en un todoterreno. Atravesaron varias veces las líneas enemigas, bajo fuego enemigo directo y constante para traerlos de vuelta. Le preguntaron si no pensó que podían matarle y contestó que estaba seguro de que moriría cuando lo hizo, de hecho le extrañó salir vivo. Cuando el reportero le preguntó que entonces por qué lo había hecho, el contesto: “Nadie hacia nada al respecto, alguien tenía que hacerlo”. Los oficiales al mando de la misión fueron expedientados. Este tipo de acciones se premian con medallas. Al imponerlas se dicen frases del estilo “…por su acción, más allá del deber..”

Cuando a un combatiente se le pregunta que porqué arriesga su vida, más allá de lo que se espera de él, siempre es por sus compañeros. No están pensando ni en Patria, ni en Justicia, ni medallas, ni… piensan en sus compañeros. Esto es la “Camaradería”, un ambiente creado por la proximidad compartida de la muerte y que une con vínculos de hermandad. ¿Qué mayor compromiso?

“Engagement”: término de moda traducible directamente a compromiso o implicación, utilizado en el ámbito de las relaciones laborales. Otro “palabro” para decir si un trabajador realiza “…acciones , más allá del deber…” ¿Os suena?

El lunes salió en un conocido diario económico un artículo con el título “El 60% de los españoles tienen el talento dormido” se basa en un par de estudios, uno local en España y otro mundial, que coinciden en las cifras sobre el bajo compromiso y lo poco que utilizan su potencial los profesionales. Soluciones propuestas: encuestas para medir el compromiso, estrategias de liderazgo con los responsables, objetivos de compromiso… Como ha causado un gran revuelo, han surgido otros artículos, de especialistas en RRHH y liderazgo, en los que llaman la atención sobre cómo se está pidiendo compromiso sin nada a cambio por parte de las empresas. Sus soluciones: buscan más la motivación del trabajador con dinero, proyecto, desarrollo profesional… A mí me ha dado miedo, nada más leer el primer artículo, que algún “iluminado” recién salido de “West Point”, sin haber pisado las “trincheras” saque conclusiones del estilo “…es que son una panda de vagos que no se implican. ¡Con las listas del paro que hay!”. Y otra reflexión: si los profesores suspenden al 60% ¿Quiénes son malos, los alumnos o los profesores?

El que se conciencie para hacer cosas de liderazgo, con objetivos, etc, es estupendo, ayuda. Pero en el ejemplo hemos visto que el soldado, al ver la incapacidad de sus jefes actuó “Más allá del deber”, luego no depende sólo de una buena dirección directa. El que se pague bien y tengan proyección en su carrera, está también muy bien. Pero el primer soldado dio su vida ¿Con cuanto se paga eso? ¿Estaba tan bien pagado como para motivarle a morir? Creo que son soluciones parciales que deben estar incluidas dentro de un tratamiento mucho más global.

La clave en mi opinión es el ambiente. La Camaraderia es irreproducible en la empresa pero nos marca la pauta. Es el ambiente lo que te condiciona a actuar de una manera o de otra, aunque tengas tu condicionante individual. Puedes tener un millón de semillas estupendas que como las plantes en un ambiente hostil, por más que las grites no van a salir.

Nos empeñamos en reducir a cosas simples las soluciones, porque nuestro cerebro intenta simplificar para la toma de decisiones. En realidad son miles de detalles los que hacen el ambiente propicio para que florezcan los talentos, el ecosistema, el equivalente en la empresa al de Camaradería: Cuando des a alguien responsabilidad y falle puntualmente, no lo crucifiques, así volverá a tener iniciativas. No te apropies de las ideas de tus colaboradores, es lícito el desarrollarlas en el equipo pero debe mencionarse y premiarse al que tuvo la idea. Fomenta un clima de diálogo y comunicación en el que no se admitan críticas destructivas (todas las ideas son bienvenidas aunque no se terminen usando). Valora el trabajo diario bien hecho, aunque no sea un hecho excepcional, propiciarás que la gente tenga una buena predisposición a ir más allá del diario. Si alguien tiene la iniciativa de poner una buena idea en marcha no la hundas por envida, porque te eclipsen o porque es incómoda a ti, ni permitas que otro lo haga. La amabilidad. Una sonrisa… así hasta mil. Hemos pensado en personas dentro de un departamento con un “buen ambiente de trabajo”, ahora convierte las personas en departamentos, aplica lo mismo y tendrás una empresa con un “buen ambiente de trabajo”. 

Una advertencia, si tu ambiente ha sido tórrido y estás intentado cambiarlo, algunas semillas pueden estar “quemadas”, os remito al artículo de “Quemados”.

¿Eres jardinero? Yo lo soy. Tenemos que plantearnos en qué ambiente tenemos nuestro cultivo si solo produce el 40% del talento. Me temo que si los datos del estudio a nivel mundial son ciertos, somos muchos los que tenemos que ponernos a trabajar.


Diego Lias

domingo, 27 de julio de 2014

TE VEO


Hemos tenido una persona para desarrollar una “intraweb” con una aplicación específica. Era un “tío” de los que todos llamamos ”raro”. Extremadamente introvertido, desviaba la mirada cuando hablaba, le costaba responder, se ponía en el ordenador y se integraba con él. Yo hablaba en el departamento de informática con los informáticos y coincidíamos en la cafetería junto con otras personas. El no participaba de las conversaciones, no porque se le excluyera, simplemente no participaba. Si se le preguntaba, respondía con monosílabos. A los pocos días dejó de existir, estaba pero nadie le prestaba atención. Terminó el trabajo y como le habíamos contratado por obra, se tuvo que ir. Yo firmé la finalización. Vino a despedirse a mi despacho y fue como si vinera una persona completamente diferente. Tuvimos una conversación fluida y agradable, sostuvo la mirada, hablamos de lo que había hecho, me comentó su opinión sobre el proyecto y el enfoque, hablamos de mil cosas que me había escuchado en las conversaciones con otras personas, incluso de mis hobbies. Había estado atento a cada una de nuestras palabras e hizo comentarios muy coherentes e inteligentes a todas ellas, a destiempo. Luego desapareció de nuestras vidas.

Como este ejemplo, toda mi vida me he encontrado con gente que por unas cosas u otras era invisible para el mundo. En general personas que tenían problemas para relacionarse o que directamente habían sido excluidos por diversos defectos físicos. Se empieza en el colegio, todos hemos oído decir que los niños pueden ser muy crueles, pero los mayores lo somos también. No se termina en el colegio.

Cada persona de estas, cuando las conoces, tiene su historia de cómo el mundo dejó de verle. Algunos con defectos físicos como uno que conocí que tenía una voz de pito muy acusada, fue a clases de dicción, lo superó e incluso trabajó en atención telefónica. Otros con aspecto extraño, porque tratan de ocultar secuelas de operaciones, o porque nacieron así. Otros han sufrido dislexia u otros problemas invisibles que les han impedido integrarse con normalidad, encerrándoles en una concha de indiferencia o incluso haciéndoles ser verdaderos “bordes”, para impedir que te acerques o les conozcas. Tienen miedo al dolor de otra decepción.

Uno de mis amigos de la playa, de la edad de mis hijas, es normal desde el exterior pero sufre un retraso, creo que por problemas al nacer. Este es al contrario, tiene otros problemas, pero te enseña a ver la gente que pasa alrededor. Es capaz de hacerse amigo de cualquiera y de presentártelo. Curiosamente se acerca a las personas que son especiales por dentro. Es amigo de varios vendedores de otros países que pasan por la playa, no de todos, solo de algunos. Cuando te los presenta, son especiales por algo. El, en su incapacidad, es muy capaz de VER.

Desde pequeño he tenido amigos de todo tipo, pero también he tenido muchos amigos que estaban en estas circunstancias. No en todos los casos ocurre lo que os voy a contar, pero en general, al aislarse del mundo, llegan a tener una vida interior muy rica. Esto significa que observan y piensan mucho. Son incluso especialistas en varios temas. Cuesta mucho que se abran, pero cuando se abren, sus conversaciones son sorprendentes, mucho más incluso que las de gente ”normal”, y su entrega es superior a la del resto.

He oído a gente “normal”, aparte de rechazarlos, decir que deben hacer ellos el esfuerzo por integrarse, y en parte tienen razón. Algunos han tenido la fuerza de superarse porque han sido capaces de sacar un gran coraje para conseguirlo. Estos son pocos, y muchas veces se les pone de ejemplo (hay algunas conferencias en TED con personas así). Pero como veis, es tan difícil, que hasta los ponen de ejemplo para gente “normal”.

Yo creo que, como la mayoría de nosotros, no son supermanes. Necesitamos mucho de los demás para superar nuestros miedos, complejos o defectos. La gente "normal" los tiene y les cuesta, cuanto más alguien que encima está excluido. Nos guardamos aspectos increíbles sin compartir de nosotros mismos y que la gente estaría encantada de conocer, mientras criticamos o excluimos a otros por no mostrarse. Quizás incluso no somos tan normales, solo se nos notan menos nuestros miedos.

Nos perdemos grandes cosas de los demás, simplemente porque no los vemos. Debemos esforzarnos más cada día por ver a los demás y ayudarles a sacar lo mejor de ellos mismos, tal y como esperamos que se haga con nosotros. Lo fácil es no esforzarse por estas minorías, dejar al niño arrinconado en clase por cualquier tipo de problema en aprendizaje o de socialización, o adultos en los trabajos y por la calle porque son feos o “raros”o pobres o... por lo menos regalad una sonrisa. Es algo fugaz, pero es una muestra de haber visto.

Sé que este artículo, puede no ser tan “de empresa” como otros, pero necesitaba contároslo. Siempre he pensado sobre ello y últimamente es como si todo me llamara a escribirlo. Intentemos entre todos poder decir, cada vez más y más a menudo, “TE VEO”. Dedicad unos minutos a conocer al que tenéis a vuestro lado. Descubriréis un mundo que jamás pensasteis que existiera.

Os dejo un vídeo, un poco extremo, no suele ser tan evidente, pero es ilustrativo. Fue otra de las “señales” para que escribiera sobre esto.
Video: para mi es¿Ahora me ves?

Diego Lias

martes, 22 de julio de 2014

LA MÁQUINA DEL TIEMPO

El tiempo, obsesión constante a lo largo de la historia de la humanidad. Filosofía, Física, Matemáticas, Literatura, Medicina… Tratado de mil maneras y visto desde mil puntos de vista. Un fluido llamado “línea del tiempo” que pasa inexorable en un orden determinado. Como el Santo Grial,  muchos han salido y siguen saliendo a buscarlo para alterarlo, manipularlo, hacer que pase más rápido o más despacio, ser los dueños del tiempo.

Joaquín Fuster, eminencia en la investigación del funcionamiento del cerebro a nivel físico, ha estudiado lesiones en áreas concretas del cerebro, y resalta la importancia de la corteza prefrontal al abrir nuestro cerebro al futuro y contribuir a las decisiones y elecciones. Si pensamos en la ciencia-ficción, existen numerosos libros y películas sobre “¿qué pasaría si no recordásemos el pasado?”, por no seguir tan científicos. Y ¿qué me decís de James Dean?, paradigma del presente, “vive rápido, muere joven, y harás un bonito cadáver” (frase atribuida a él, pero que era de la película “Llamad a cualquier puerta” (Knock on any door) de Nicholas Ray). Estas personas y colectivos, y otros muchísimos, han estudiado o vivido las consecuencias de centrase en un momento concreto, como incide en nuestra vida y la percepción que tenemos de ella.

Presente, pasado, futuro, todos conviven en nuestro cerebro. El cerebro es capaz de viajar a cualquier parte de ellos en un “clik”. El dar más peso a uno que a otro, el ordenarlos de una forma determinada, es lo que nos hace hundirnos en los problemas o gestionarlos. Cuidado con quedarnos en uno de los tres momentos porque:

  • Aquellos que se centran exclusivamente en el pasado están abocados a no evolucionar y el que no evoluciona, según la teoría de las especies, desaparece. Grandísimas empresas inmovilistas han pasado a la historia. La frase “…es que esto siempre se ha hecho así”, seguro que era estupendo antes, pero ahora puede no serlo. He visto empresas en las que se siguen haciendo cosas porque a alguien se le olvidó decir que ya no hacía falta. A nivel personal, hay gente que ha dejado de vivir en el presente y sólo viven de recuerdos.
  • Los que se centran en el presente son los que mueren jóvenes, no tienen futuro o hacen que los demás no lo tengamos. Objetivos cortoplacistas de ciertos directivos, más preocupados por sus “bonus” a corto que del futuro de la empresa, nos ha llevado a la crisis actual. Existen otras personas que viven el hoy sin querer ver el futuro, muchas veces como el avestruz, porque les da miedo (no querer ver que la empresa se hunde y no tomar medidas esperando que se solucione por sí solo, no tener un testamento porque no quieres hablar de tu propia muerte...)
  • Por último los que sólo piensan en el futuro, siempre están en pos de algo que nunca llega, porque siempre es futuro. Unos, los más negativos, constantemente preocupados por los problemas que están por venir, y que la mayor parte de las veces corresponden sólo a miedos personales y no a previsiones razonables. Estos no disfrutan del presente. U otros, los ambiciosos y egoístas que buscando ser o tener más, nunca les es suficiente y son eternamente infelices.

EQUILIBRIO es la clave. Cómo gestionamos en cada momento qué es lo importante y cómo movernos a través de este tiempo. El pasado es importante porque nos dice quienes somos y de dónde venimos, nos da el conocimiento. El presente es importante porque es donde se ejecutan todas nuestras acciones que formarán parte del pasado y nos encaminan a nuestro futuro. El futuro es importante porque no pensar en él es no actuar en el presente para ser los dueños de nuestro destino, el actuar pensando en el futuro nos dirige a  lo que ansiamos, de otra manera será lo que toque.

Muchos problemas nos enseñan que se afrontan analizando lo sucedido, pensando donde quieres llegar y actuando en consecuencia, se reevalúa con las consecuencias un tiempo después y se vuelve a actuar para introducir correcciones. Pero esto es la teoría, nuestro cerebro, si es listo y equilibrado, anda dando saltos en el tiempo constantemente, recalculando permanentemente. Porque el entorno es cambiante, la interacción humana es muy complicada, recordamos cosas que se nos habían olvidado o prestamos atención a otras que se nos habían pasado por alto... Todo nos obliga y hace necesario estos continuos viajes en el tiempo, replanteándolo todo.

Tened bien engrasada la máquina del tiempo, por vuestro bien y el de los demás. No seáis lastres por anclaros en el pasado, irresponsables por vivir sólo el presente, egoístas o soñadores sin acción por vivir en el futuro. Viajad en el tiempo, os ayudará a solucionar problemas y a no ser vosotros el problema. No busquéis fuera el Santo Grial. El tiempo está en vosotros. Sed los dueños del tiempo.

Diego Lias

miércoles, 16 de julio de 2014

GRITOS, Y NO PROVIENEN DEL JURÁSICO



Cáceres, Centro de Instrucción de Reclutas (CIR), un bonito pero frio día de febrero en el campo de tiro. Quince reclutas en la línea disparando sobre los blancos. Se oye una orden a voz en grito “¡A la carrera a los blancos!” Traducción al idioma civil: “Que vayáis a donde están las dianas a ver como lo habéis hecho, pero ¡ya mismo ya!”. Ni “Blas” se mueve (perdón Blas). Lo que significa que todos incumplimos la orden. ¿En el Ejército? ¿Cómo es posible? El Alférez dio la orden cuando aún había gente disparando y no se estaba en posición de seguridad. Como es natural, nadie se pone delante de un fusil de asalto cuando está disparando en el campo de tiro y como es natural, el Capitán arrestó al Alférez. Si hubiera habido un despistado…

Ese día vi, de forma palpable y un poco peculiar, que no por dar una orden a gritos te van a obedecer, ni hace que lo que mandas sea correcto o estés en posesión de la verdad. Ni siquiera en el ejército.

Dirigir a personas, o educar a tus hijos a gritos, está demostrado que produce efectos contrarios a los que busca el que manda o educa. Existen muchos estudios, pero se ve a simple vista. He visto personas bloquearse, casi incapaces de pensar. He visto personas que en cuanto se dan la vuelta, se les nota que les ha entrado por un oído y les ha salido por otro. He visto personas que les genera el efecto de “hasta que no me gritan, no tengo que obedecer”. He visto personas sin ganas de ir a trabajar (yo creo que es una de las principales causas de absentismo o la caída de la productividad). He visto personas que se han metido en líos porque no han podido soportarlo más y han hecho algo que no debían. He visto… Además, provoca que no se comuniquen los errores por miedo y puedan ir a más (el ocultarlo hasta que estalla). Una persona que dirige así, genera muchísima infelicidad y frustración a su alrededor, atenta contra la dignidad del los demás y como decía mi abuela: ”muy estrecha cuenta van a tener que dar a Dios”. Pero además son una lacra para la empresa porque las consecuencias son extremadamente nocivas para su correcto funcionamiento.

Hay dos tipos de personas que gritan, y tienen procesos de “cura” diferenciados. En ambos casos sus superiores deben detectarlos por sí mismos o por terceros, y enviar al “medico” a estos pacientes. ¡Ojo! que en empresas bien dirigidas y con un estilo distinto al de gritar, he encontrado permisividad e incluso alabanza de este tipo de personas en el sentido de “es un perro de presa”. La Dirección debería replantearse estas afirmaciones vistas sus consecuencias.

  • Los que gritan muy conscientemente: Consideran que es la mejor forma de que se les haga caso. Suelen ser personas inteligentes y capaces, muy eficientes en sus trabajos. La cura es incluirlos en programas específicos de formación. Como son listos, intentaran asumir nuevos roles de conducta para conseguir mejores resultados (si les convencen). Los que tengan un poco de corazón, al ver el mal que generan, cambiarán. Si está en disposición de cambiar, el efecto es inmediato y tendrás un buen profesional que ha aprendido a dirigir. Si no, ya te puedes buscar otro igual de capaz pero con otras actitudes, porque a la larga, perderás el mayor capital de la empresa, el humano.
  • Los incontrolados: Normalmente gritan cuando están bajo presión, a veces a la mínima. Suelen demostrar inseguridad e incapacidad, critican y además mezclan el plano personal. Este tipo de personas son irrecuperables a corto plazo, necesitan una educación formal de sus carencias profesionales y un apoyo de ayuda psicológica fuerte para superar cuestiones afectivas y de confianza. La empresa y el personal a su cargo, en mi opinión, no se pueden permitir la inversión en tiempo necesaria.


Pero en general, la mejor forma de solucionarlo es socialmente. Haciendo que este tipo de actitudes las rechace la sociedad. Aislar estos comportamientos hasta que vean que no pueden actuar de esta forma. He de deciros que en esto, no vamos bien. Estamos haciendo lo contrario a lo que se debería hacer. Es más, el ambiente actual fomenta gritar. La crispación, la forma de confrontación que se ve en muchos programas de televisión, a gritos, se traslada a la calle, lo mete en nuestro subconsciente. Nos encontramos a nosotros mismo cayendo también en nuestro día a día con un dependiente, en la educación de nuestros hijos, en las discusiones de la calle... ¿Cómo vamos a pedir que otros mejoren, cuando nosotros también gritamos? No os sintáis culpables, todos hemos caído alguna vez, pero debemos esforzarnos por mejorar y ser ejemplo. No os olvidéis de pedir perdón si caéis. Recordad que cuando alguien grita, pierde autoridad y el actuar con calma, genera respeto.

El dirigir, al igual que educar o solucionar conflictos, es difícil y cansado. El no gritar no significa que no seáis firmes cuando se deba ser. Estáis al mando y sois los responsables ante los que os piden cuentas. Hay decisiones que al igual que con vuestros hijos, en el momento no gustan, pero sabemos que son para bien.

Antes de que se produzcan los problemas, evitadlos explicando las cosas de forma clara, mostrando el beneficio de hacerlo de esa manera, motivad y reforzad los aciertos y las cosas bien hechas. Así se presentarán menos casos de “perder los papeles”.

Si se presentan, porque todos nos equivocamos y vuestros colaboradores no serán menos, ante todo mantened la calma. Analizad lo que ha pasado con la persona que se ha equivocado para ver las causas, poned el remedio y evitad así que vuelva a suceder. Si es por falta de conocimientos, enseñad (os aseguro que no lo repetirá), si es por falta de atención, mostrad las consecuencias (se concentrará más la próxima vez), si es repetitivo o por una mala actitud, parad y analizad aún más, porque este caso puede ser reconducible o no. Si no es reconducible, a veces hay que tomar decisiones difíciles. Pero en ningún caso es necesario gritar.

En foros de gestión y dirección dicen que los mandos que gritan son “jurásicos”, tendentes a la extinción, que casi no se dan. He visto muchas empresas y hablo con mucha gente. Piso la calle cada día y he de decir que “caminamos entre dinosaurios”. Intentemos entre todos extinguir estas actitudes, con nuestra mejor forma de ser y hacer.

Diego Lias

jueves, 10 de julio de 2014

EN LOS LÍMITES DE LA REALIDAD


La Magia es un pozo de sabiduría mental. Lleva siglos investigando sobre el comportamiento de la mente humana. Juega con la mente para lograr “el engaño consentido” (sabes que te va a engañar y consientes porque es divertido). Hay estudios científicos que se están fijando en sus métodos para analizar el comportamiento de la mente. Uno de los aspectos que se está analizando, y en los que se basan muchos “trucos”, es como la mente recaba una gran cantidad de información del entorno. Como es incapaz de retenerla toda,  rellena los huecos con lo que le parece lógico o con lo que otros le incitan a rellenar consciente o inconscientemente. Consigue que veas la desaparición de una moneda que estaba en la mano de un mago. Lo que en realidad has visto, es que llevaba la moneda a la mano, el resto lo has rellenado, porque nunca llegó a la mano, predijiste la secuencia lógica, cuál sería el siguiente paso, y lo rellenaste convirtiéndolo en realidad.

La realidad es por tanto difusa y manejable. No me refiero a meternos en La Caverna con Platón y salir con Descartes dudando de mi propia existencia. Me refiero a que la realidad percibida, es nuestra realidad, tal y como la vemos o como otros nos puedan hacer que la veamos.

Pasando por la puerta de un Director Técnico, me llamó. Era tarde y dijo: “Tengo un problema, a ver si me puedes ayudar” Me explicó le habían cambiado de despacho y que tenía dos ficus. Por más que regaba por igual a ambos, uno estaba estupendo y el otro casi “pelao”. Yo le respondí: “¿Te has fijado que uno es sintético?”. Parece un chiste, de hecho nos reímos los dos con ganas. Es un tío genial, un profesional como la copa de un pino y muy inteligente, pero la anécdota es totalmente cierta. ¿Qué pasó? La primera vez que entrara al despacho, vería el ficus natural. Como las plantas no eran un dato relevante, guardó parte de la información, la rellenó y los dos ficus se convirtieron en reales. Es una tontería la situación, pero tiene buenas conclusiones. Le llevó a pensar que tenía un problema y que era incapaz de resolverlo. Identificó mal el problema y por tanto no daba con la solución. Y todo por rellenar el mismo la realidad.

En la empresa y en la vida cotidiana, con situaciones menos cómicas, sucede de igual forma. Nos creamos problemas constantemente por “rellenar” los huecos. Nos montamos lo que coloquialmente llamamos “películas” que nos llevan a pensar que tenemos problemas irresolubles. No identificamos bien el problema o incluso no existe. Cuando es grave, puedes necesitar la ayuda de externos para ver la realidad (Familia, amigos, compañeros o incluso profesionales de la psicología)

Lo anterior lo hemos hecho nosotros solitos, pero ¿qué pasa cuando te encuentras con un “Mago” que te “invita” a ver la realidad según él quiere que la veas? Y aquí no estamos ante el “engaño consentido”. Actúan como verdaderos magos. Distraen tu atención de lo que no quieres que veas, te dan información, pero no toda, pueden incluso mentir, ordenan la información de un forma aparentemente coherente, presentada para que tú llegues a una conclusión. Esta conclusión no es la realidad, tú has rellenado los huecos de la forma lógica en la que te los han presentado y crees que has descubierto por ti mismo la verdad, por eso es más verdad, lo has visto con tus propios ojos. Pero es MENTIRA, no es real.

Suena, ¿a que sí? Existen verdaderas tramas en la vida cotidiana y de empresa. Salen en los periódicos (¿cómo creéis que se llega a grandes engaños y estafas?). Pero cuidado, porque si pensáis a pequeña escala, lo encontramos entre todos nosotros, en el día a día. Sin estafas y a veces sin mala fe, nos convertimos un poco en “magos” e intentamos manipular la realidad de otros.

Un mago nunca repite el truco justo después de haberlo hecho. Los huecos que tenía el público en la primera actuación, se rellenarían en la segunda y entonces verían la realidad completa. Dad siempre un paso atrás. Repasad lo que habéis visto, qué es información real y qué he rellenado. Dudad de vosotros mismos, porque habéis visto que vuestros sentidos no son fiables. Contrastad. No seáis “Magos”. Revisad cuál es de verdad el problema, o incluso si existe. Pero sobre todo, daros cuenta… la inmensa mayoría de nuestros problemas existen solo en nuestra mente. Hay muchos motivos para ser feliz, no nos quedemos en los límites de la realidad.

Diego Lias

lunes, 7 de julio de 2014

QUEMADOS

Hace un mes ha sido la conmemoración del Día-D, el asalto a Europa de las tropas Aliadas. La punta de lanza seleccionada por el General Montgomery para desembarcar en “Gold” fue la 50 División de Infantería (Northumbrian). Se había distinguido por su participación en la guerra en el desierto y Túnez,  posteriormente en la toma de Sicilia, de donde fue traída para participar en Día-D. Cuando Montgomery les comunicó que serían la punta de lanza, prácticamente le abuchearon. Más tarde, y después del desembarco, se destituyó a su comandante por su “bajo rendimiento” durante el desembarco. A la División se le concedió un breve descanso y participó poco después en la toma de los puertos del canal y el paso del Rin.

¿Eran malos soldados? No, los mejores, por eso fueron seleccionados. Lo habían demostrado en multitud de ocasiones. Lo que les pasaba es que estaban “QUEMADOS”.

En la vida cotidiana, hay gente que es “Punta de lanza” y se echa los problemas a la espalda o se los echan. Muchas veces suelen ser obligaciones de familia, que sobrecargan sus espaldas y que no se reparten equitativamente. Nos pasa incluso con los hijos, aunque queramos ser justos, siempre recaen más responsabilidades en unos que en otros.

En la empresa, nos encontramos con ese equipo o persona en concreto que nos soluciona siempre satisfactoriamente todos los problemas; y como lo hacen y lo hacen bien, les mandamos al siguiente y al siguiente y al siguiente… hasta que un día revientan.

Son excelentes trabajadores, pero sin previo aviso, nos encontramos con que su rendimiento baja, o empiezan a ser conflictivos, o nos comunican que les han ofrecido algo en otro sitio. Algunos responsables dicen “es que ya no es el que era…” (cortos de miras y entendimiento) otros dicen “he metido la pata y le he presionado demasiado” (conscientes, pero tardíos). De estas situaciones es complicado salir. Lo quemado, por mucho que lo raspes, sigue quemado.

Os he comentado en otras ocasiones que la mejor solución a un problema es la prevención. Si tus otros equipos o las personas a tu cargo no valen como el bueno, es tu obligación formarlos hasta que lo sean (esto me lo enseñaron en Arthur Andersen, punto primero de ser jefe) Con eso podrás descargar más a la persona de valía y el trabajo colectivo será mejor. Si no lo haces por humanidad (que deberías), hazlo porque funciona. Te van a poner medallas.

Pero lo que es más importante. Si tienes una persona valiosa, cuídala. Valórala en todas las dimensiones, no sólo en su retribución sino en la felicitación y reconocimiento de su trabajo. Es mentira que la gente se eche a perder por reconocer su trabajo, como dicen algunos. Lo que pasa es que les da alas, los hace mejores y aumenta sus expectativas. Los que lo dicen, es porque no quieren perderlos. Son egoístas y malas personas que limitan el potencial de los demás, además de nocivos para las empresas (Ahora se les llama “tóxicos”).

A alguien así, lo terminarás perdiendo si o si, porque querrán ascender, como es legítimo. Si no les ayudas, serán un “Quemado” más, inservibles. Pero si les ayudas, aportarán más valor en otro sitio de tu empresa (punto dos del curso de Jefe, forma a tu equipo aunque lo disfrute otro de tu organización)  En el peor de los casos, si se van porque no hay hueco, hablarán siempre bien de la empresa y es posible que te traiga negocios.

Ayuda a los demás a desarrollarse. Valora su trabajo, económicamente dentro de tus posibilidades y moralmente en todo lo que se merezcan. Con el paso del tiempo, te sentirás orgulloso de tu labor y verás sus frutos, tanto en el cumplimiento de objetivos como en el plano humano. Piensa que la alternativa es convivir con “Quemados”.


Diego Lias

viernes, 4 de julio de 2014

TRIUNFO

Roma agasajaba a determinadas personas con lo que denominaban un “Triunfo”. Al principio eran Generales victoriosos (Cónsul o Pretor) y luego fue exclusivo de los Emperadores. Era el mayor honor del pueblo de Roma a uno de sus ciudadanos.  El homenajeado montaba una cuadriga y pegado a él, justo detrás, le acompañaba una persona que durante todo el recorrido le decía al oído: “hominem te ese memento” (recuerda que eres un hombre). Con los Emperadores el hecho se desvirtuó por razones obvias, algunos se llegaron a considerar dioses.

Recientemente, al hijo de una de las personas que trabajan conmigo, le concedieron un premio por su excelente expediente académico (todo matrícula, incluido el curso). Sé que era un chaval, pero le recordé estas mismas palabras. Pensé que serían unas buenas palabras para que llevara en el bolsillo y se lo susurraran en la ceremonia, como en Roma. Aunque por supuesto, le di la enhorabuena y le deseé que lo disfrutara de corazón. Lo hice en la esperanza de que con el potencial que tiene, no lo echara a perder porque se le subiera a la cabeza y todos pudiéramos disfrutar el día de mañana de él como Hombre, no como Dios.

Todos tendríamos que tener a alguien detrás de nosotros susurrando “Recuerda que eses un hombre”. Cuanto más poder se tiene, el que está detrás, lo tiene que decir más alto y más veces. En numerosas ocasiones nos creemos dioses y actuamos como tales, llenos de orgullo, prepotencia, sin tener en cuenta a los demás ni su consejo, despreocupados, pasando por encima de todos (porque somos más), alejados de la realidad y sobre todo deshumanizados. Algunos de vosotros ya estáis pensando en la clase política. Muy acertado el paralelismo con el de Roma. Desde luego es una lástima que se perdiera la costumbre de tener a alguien diciendo que son hombres y que además añadiera “recuerda a quien sirves”.

Pero no, hablo de todos nosotros. Cosas tan simples, como tratar correctamente a alguien que tenemos delante cuando somos clientes. No por ser clientes somos más que el otro. En el mundo de la empresa, el tema llega ya a niveles cómicos (si tuviera gracia). ¡Otra vez pensando en el jefe!... ¡No!, piensa en ti y en cómo te comportas con los que dependen de ti y con los que están a tu nivel. Que el compañero de al lado sea nuevo, por ejemplo, no te da derecho a mofarte o vejarle, no eres más. No digamos ya cuando nos encontramos con los que dan una imagen hacia arriba y otra hacia abajo, seguro que a ellos no les gustaría recibir el trato que dispensan.

Todos somos hombres y por muy listos que seamos cometemos errores y hacemos tonterías, recuerda que eres hombre. Se indulgente y comprensivo con los demás, utiliza el poder que se te ha otorgado en beneficio de los demás y no en tu propio beneficio. Poténcialo y haz que se convierta en grandes cosas.

Pero sobre todo, si algún día “Triunfas”, disfrútalo y disfrútalo con los demás. Te lo has ganado.


Diego Lias

martes, 1 de julio de 2014

MOTIVACION IRRACIONAL


No sé por qué existe una frase que dicha entre hombres consigues que se haga lo que se ha mencionado anteriormente o lo intentes si es imposible. Da igual si lo dicho anteriormente es absurdo, peligroso, vergonzoso o lo que sea. Esta frase consigue lo imposible. Hace al hombre más listo tonto. Al hombre más tímido extrovertido. Al hombre con límites sin límites. ¡Ojo! porque es una frase que no puede ser dicha por una mujer. No sé el motivo, pero si la dice una mujer… genera un “cabreo soberano” (posiblemente para salvarnos a los hombres de que hagamos lo que quieren, aunque para eso ya tienen otros métodos)

…¿Qué no la he dicho? Es… “No hay huev…” ¿A que todos habéis caído alguna vez?

Yo me pongo el primero. En cierta ocasión, en un Consejo de Administración de una participada, tratamos el hecho de que se hubiera conseguido vender un evento para niños en un Club de fútbol conocido mundialmente. Terminado el Consejo, siguieron las típicas conversaciones insustanciales, ya levantados, y en una de ellas alguien comentó que yo era aficionado a la magia y que hacía “truquitos”. Enseguida el Director General de la participada formuló la frase mágica y el día en cuestión estaba plantado en uno de los palcos haciendo una actuación de magia para los niños. Un financiero con todas las letras, serio y respetable, metido en el “embolao”. He de decir que hice un papel digno, según un antiguo compañero de otra empresa que se encontraba en el lugar con sus hijos y los ojos en las manos. Naturalmente no he vuelto a ser el mismo para él. Hice un papel digno porque me esforcé al máximo, lo preparé bien, no era solo el atreverse, uno luego no quiere que le tiren huevos (valga la redundancia). Y menuda confianza los del “pique” incluyendo el Director General, que solo por ver si lo hacía, me pusieron en el evento. Gracias a Dios, todo salió bien y yo les dejé “planchaos” (aquí está una de las frases que acompañan al éxito de la frase protagonista)

Ya estoy oyendo a alguna decir “Yo si sé por qué.  Porque los hombres sois muy simples” Pues te tengo que dar la razón. Con esta frase nos volvemos primarios. Pero tiene sus ventajas, hemos conseguido destilar y sacar la esencia de uno de los mayores focos de motivación. El orgullo.

"El “orgullo” es un caballo desbocado, pero si lo domas se convierte en “amor propio”" ya lo dijo el famoso filósofo D. Diego Lias.

Mi propio ejemplo es un exponente del orgullo. Te hace cometer estupideces, ser arrogante, no medir las consecuencias… Está desbocado. Por otro lado, ¡que potente es! Te hace alcanzar metas impensables, te hace que te esfuerces hasta donde nunca pensaste que podrías llegar. Te da alas.

Tenemos un caballo potente, con grandes cualidades pero inmanejable. Para tirarnos por un precipicio o llevarnos al hospital. ¿Qué pasa si sacamos sus cualidades y limamos su temperamento? Conseguimos el “Amor Propio”

Pero este, amigos, ya no es primario, cuesta mucho más sacarlo. Para algunos es innato, lo llevan incorporado. Pero para otros, tienes que saber la tecla a tocar si quieres obtenerlo. La única forma de saberlo es conocer a tu colaborador y además bien, porque apretar el botón equivocado del Amor Propio sólo consigue desmotivar (justo lo contrario).

Para terminar un “Disclaimer”, si alguien estaba pensando ofrecerme el puesto de mi vida, pero se lo está pensando por el artículo, que sepa que he aprendido de mis errores y que ya no hago actuaciones, tampoco para fiestas de cumpleaños.


Diego Lias