miércoles, 17 de febrero de 2016

Incompetentes, o cómo conseguir hundir cualquier cosa.



“Sólo Burnside es capaz de transformar una victoria cierta en una derrota espectacular” Abraham Lincoln.
Se considera a Ambrose E. Burnside posiblemente el general más incompetente de la Guerra Civil Americana. Burnside, aprendiz de sastre en su juventud, consiguió entrar en la academia militar terminando ligeramente por encima de la media de su promoción. Se perdió la guerra con Méjico por muy poco y casi salió en una de esas películas del Oeste luchando contra los Apaches cuando lo destinaron a la frontera del Oeste. Le hirieron en una refriega con Apaches cerca de Las Vegas. Más tarde fue empresario, fabricó carabinas, lo perdió todo por un incendio y trabajó para el ferrocarril. Al estallar la Guerra Civil, se enrola y participa como brigadier en la batalla de Bull Run, sin pena ni gloria. Es ascendido poco después y puesto al mando de la División de Costa del Ejército del Potomac donde realiza una buena campaña y consigue el 80% de la costa de Carolina del Norte. Asume el control del ala derecha del Ejército del Potomac y aquí empieza su leyenda.
Batalla de Antietam: ralentiza el avance del ejército de forma crucial al no conseguir tomar un puente. Lo peor fue que el río se podía haber vadeado en varios puntos al no tener mucha profundidad. Se le olvidó reconocer la zona. El coste fue alto, numerosas vidas y el parón de la ofensiva.
La guerra es la guerra, durante el siguiente periodo rehusó ser general dos veces, él mismo dijo no valer para ello. Por no quedar al mando de alguien que no le apreciaba, aceptó a la tercera. Obtuvo el mando del Ejército del Potomac en el ataque a Fredericksburg, su indecisión retrasó el último avance y permitió a Lee situar de forma muy favorable las baterías. Fue un desastre, durante un tiempo le llamaron “el Carnicero de Fredericksburg”. Intentó dimitir varias veces, Lincon no se lo permitió. Transcurre un periodo de incompetencias menores hasta llegar a la más conocida.
El Crater: Petersburg, julio 1864. El frente estaba estancado, a su mando un regimiento de mineros. Decide cavar una mina hasta las líneas enemigas y salta por los aires esa sección del frente (278 confederados muertos). El regimiento de negros entrenados para ese avance es reemplazado por otro, decisión superior a él. El que encabeza el ataque no entiende las ordenes y se mete en el cráter producido por la explosión (52m X 24m por 10m de profundidad), quizás porque el oficial al mando estaba en retaguardia borracho como una cuba, (otro incompetente). La siguiente oleada se junta en el cráter y para no ser menos el oficial al mando se queda acompañando al anterior en su borrachera. Burnside seguía enviando oleadas ajeno a lo que sucedía. Llegó la tercera, el cráter esta abarrotado como si fuera una fiesta (10.000 hombres), pero la fiesta la estaban montando en retaguardia. El general Lee para entonces había reaccionado y tapa la brecha desplazando parte de su ejército, sólo tuvieron que disparar a un blanco muy concentrado. Lo que con toda certeza habría sido la ruptura del frente, la incompetencia multiplicada lo convirtió en más de 4.000 bajas de la Unión. En ésta, sí que le relevaron del mando.
Más tarde dirigió varias empresas de ferrocarriles y llegó a ser Gobernador tres veces y después Senador por Rhode Island en dos ocasiones. Tiene hasta una estatua ecuestre y varios centros llevan su nombre, en reconocimiento a méritos posteriores, entendemos.
Perdonad la longitud, pero la vida de un famoso incompetente resumida en una hoja no es tanto. Lo importante es la gran cantidad de enseñanzas a extraer:
  1. ¡El Principio de Peter funciona! “En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia: la nata sube hasta cortarse” pero sólo en parte. Mucha gente no lo sabe pero tiene dos axiomas, el segundo es: “El trabajo es realizado por aquellos empleados que no han alcanzado todavía su nivel de incompetencia” no tuvo en cuenta que los otros empleados habían llegado también al primer axioma, no quedaba nadie competente para hacer el trabajo. Es más, el liderazgo de un incompetente genera más incompetencia, porque se rodea de incompetentes, los que son competentes o se van frustrados, son sacrificados como cabezas de turco o si se quedan frustrados, dejan de actuar competentemente por desidia u otras motivaciones…
  2. ¡El Principio de Dilbert se utiliza pero no es correcta la conclusión! Dilbert es un personaje de tira cómica de los 90 (Scott Adams) y es una variación no académica del de Peter "los trabajadores más ineficientes son trasladados sistemáticamente a los sitios de trabajo donde pueden causar menos destrozos, es decir, la dirección de la empresa". Es verdad, he visto “aparcar” gente en ciertos niveles, o mantenerlos a pesar de saberse que son incompetentes por diversos motivos. Se suele pensar que se pueden limitar las consecuencias. Las consecuencias, como hemos visto en el ejemplo, son espeluznantes, miles de muertos. En las empresas son bajas de talento y poner en riesgo no sólo el avance, sino la supervivencia del ejército, perdón, empresa.
  3. El efecto Dunning-Kruger también funciona. Es un sesgo cognitivo, una sobreestimación de nuestras capacidades, según el cual las personas con escaso conocimiento tienden sistemáticamente a pensar que saben mucho más de lo que saben y a considerarse más inteligentes que otras personas más preparadas, debido a que su propia incompetencia les dificulta reconocer sus errores y evaluar la competencia de los demás. La ignorancia no es no estar informado, es estar mal informado. Demostrado en 1999. Bueno creo que alguien más dijo algo al respecto antes “El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona” Aristóteles. “El primer paso de la ignorancia es presumir de saber, y muchos sabrían si no pensasen que saben” Baltasar Gracian “¡Ay de mí que ni siquiera sé lo que no sé!” San Agustín. Por no poner la típica de Sócrates “sólo sé que no…” Pudiera parecer que Burnside era conocedor de sus limitaciones al negarse a ascender dos veces. La realidad es que una vez estaba en el puesto, parece ser que no escuchaba mucho a los demás. Incluso estuvo a punto de tener un amotinamiento, y es que como decía Demófito “No es poca ciencia aprender a soportar las tonterías de los ignorantes”. O en la toma del puente, cuando le llegaban correos con indicaciones para que lo tomara y cómo, se indignaba. “Dar consejos al hombre avisado es superfluo; darlos al ignorante es poca cosa” Séneca.  Todos tenemos ejemplos de incompetentes por ignorancia, por su falta de realismo sobre sus habilidades, por su superioridad ilusoria mantenida sobre el resto, coincidente en realidad con una baja autoestima. Es común que desestimen la labor de los demás y achaquen los fracasos a la incompetencia ajena o la mala suerte. Son, por tanto, incapaces de mejorar, ya que no hay nada que mejorar.
  4. La ley de la controversia de Benford es una ley sociológica (es decir, que es lo habitual pero no se cumple siempre). La pasión asociada a una discusión es inversamente proporcional a la cantidad de información real disponible. Ésta también me suena de antes “La ignorancia afirma o niega rotundamente”  Voltaire. Un buen indicativo para identificar a un incompetente en esa materia, pero no siempre se cumple, como en este caso. No parece que fuera éste su carácter, según la información de que dispongo, pero es cierto que lo he visto en otros casos.
  5. Principio de Hanlon “Nunca le atribuya a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez“.  Aunque me gusta más el punto de vista de Balzac “La ignorancia es la madre de todos los crímenes. Un crimen es, ante todo, una falta de raciocinio” A veces es mejor tener a alguien malo que a un incompetente por jefe. Por lo menos, cuando hace una maldad, la ha meditado y ha medido sus consecuencias. Un incompetente no las mide porque las desconoce, lo que lo hace más peligroso. Se puede matar hasta él mismo (y antes al resto). ¡Madre mía!, Burnside fue el responsable de muchísimas muertes que se podían haber evitado y no creo que fuera por maldad.
  6. Principio universal: “todos somos incompetentes” Somos seres finitos, ni siquiera sabemos todo de algo. Además, no siempre estamos con todos nuestros sentidos en lo que hacemos. Tenemos la falsa seguridad de que por haber sido entrenados en algo o que tengamos estudios, somos siempre competentes. Es más, llegamos a pensar que dominamos otras materias distintas por extensión. Por tanto tomamos decisiones que pueden hacernos incompetentes. Hace poco leí una entrevista a un famoso neurocirujano y comentaba lo duro que es tener que aprender de los errores, sobre todo cuando depende una vida de ello. Él pensaba que lamentablemente, era inevitable para hacer buenos médicos. Esto no es ser un incompetente, el incompetente no ve sus errores y no aprende de ellos. Por eso sigue cometiéndolos, y cada vez más grandes.
Un inciso. Nunca digáis a un incompetente que lo es. Si es tu jefe te costará la cabeza, si es un compañero te dirá que para que te metes y que qué sabrás, si es alguien a tu mando pensará que eres injusto como poco. Todos tienen la autoestima muy alta.  Es uno mismo el que tiene que darse cuenta de su propia incompetencia. Mal asunto, ¿verdad?
¡Qué fácil es ver la incompetencia en los demás y que poco en nosotros mismos!  La mayor parte de las críticas en las empresas giran en torno a la incompetencia de este o aquel jefe, compañero, a bajo nuestra responsabilidad. Fuera, las conversaciones son sobre la incompetencia de un jugador, un entrenador, un político, tal vecino por su incompetencia para ser padre, etc. ¿Y nosotros? ¿Somos los únicos listos? A veces lo parece. La parte positiva es que todos podemos llegar a ser competentes, esforzándonos por aprender, siendo conscientes de nuestras limitaciones. Burnside parece que hizo una buena labor después de la guerra, tanto como para que le fuera reconocida ampliamente. Dicen que aprender es la cura. ¡Cuidado! Ayuda y mucho, pero crea la falsa seguridad de saber. La verdadera cura es la Humildad.

Diego Lias


martes, 5 de enero de 2016

La diligencia de un buen padre de familia



Hace unos cuantos años, cuando me tocó estudiar derecho (leyes), me hizo gracia una expresión, y no fui el único. La expresión se utilizaba en algunos apartados refiriéndose fundamentalmente a cuidar de algo “…con la diligencia de un buen padre de familia.” Años después, esta expresión, que en su momento me pareció trasnochada por provenir del Derecho Romano, ha cobrado un valor que jamás pensé que llegara a tener.

La expresión, como he comentado, es antigua, hoy en día habría que sustituir padre por padre/madre (en adelante Los Padres). Su concepto se encuentra recogido, con distintas expresiones, en todos los derechos actuales del mundo influidos por el Derecho Romano (Europa, el mundo anglosajón, el mundo hispano, etc). El derecho, en realidad lo utiliza para su parte negativa, para valorar si ha habido NEGLIGENCIA en el cuidado de algo, y por tanto, si el que estaba al cuidado, debe responder ante la ley de alguna manera. Como parece que es un concepto poco definido, se ha escrito mucho e incluso se han dictado sentencias que intentan aclarar los términos sobre: “qué es una actuación diligente”. También se discute sobre si los términos varían con el paso de los años, si ser un padre diligente antes incluía saber montar a caballo y ahora es saber de internet. Incluso sobre si esta expresión se debe o no utilizar en el ámbito empresarial porque en realidad pertenece al civil, valorando fundamentalmente que los conocimientos específicos que tiene que tener alguien del mundo de la empresa deben exceder a los del hombre común o medio (entendiendo por esto: legislación específica y sectorial) y en esa medida se le debe exigir más.

No sé si han sido las experiencias vividas, o el hecho de tener familia, o ambas las que me han hecho ver la expresión como algo que transciende el derecho civil. Para mí se ha vuelto atemporal y perfectamente aplicable a cualquier realidad de la empresa, independientemente de requerir unos u otros conocimientos. Cuando trabajas por cuenta ajena, me da igual si eres directivo o aprendiz, los accionistas te entregan una parte de la empresa para que la cuides como si fuerais unos buenos “Padres” de familia. Cuanta más responsabilidad en la empresa, más responsabilidad como Padres. Los verdaderos padres son los accionistas, pero os han pedido que cuidéis de la familia como si fuerais Los Padres y esperan que seáis de los buenos.

Llevo vistas unas cuantas empresas con problemas. El no esforzarse en una o varias de las obligaciones como Padres, han contribuido a la situación por la que estaban pasando o incluso la han provocado. Tener unos malos Padres causa tanto dolor y sufrimiento en la vida como en la empresa, afectando a muchas personas, en ocasiones para el resto de sus vidas.

Hay cualidades que definen a los buenos cabezas de familia o de clanes a lo largo del mundo y en diferentes culturas. En mi opinión, estas son algunas de esas cualidades:

Hacia el exterior del grupo o familia:

  • Buscan el bien de la familia antes que el suyo propio.
  • Tienen una imaginación tan grande como para hacer que los recursos que tienen parezcan multiplicados cubriendo el máximo de las necesidades.
  • Son tenaces en conseguir todo lo que puedan para la familia, harán alianzas, trabajarán duro y si es necesario la protegerán de cualquier amenaza.
  • Cuidan del honor y del buen nombre de la familia, haciendo que todos sus miembros den una imagen homogénea para que cualquiera que trate con cualquier miembro obtenga una respuesta acorde con los valores y guías del clan. Los éxitos de los miembros serán su mayor orgullo y ponderará las cualidades maravillosas de ellos ante todos. Los errores de sus miembros son su responsabilidad, los asumirá y pedirá perdón como si fueran suyos, intentando paliar los daños causados para salvar el buen nombre de la familia. 
  • No duermen por las noches pensando en la mejor solución a los problemas de la familia y exploran todos los caminos que se le ocurran apoyándose en todas las opiniones para poder tomar la mejor decisión posible. La familia les importa y son conscientes de que sus acciones tienen una repercusión directa sobre ellos...

Dentro del grupo o familia:
  • Dan ejemplo.
  • Quieren que sus hijos sean mejores que ellos mismos. Saben elogiarles, les enseñan cosas importantes (las cosas más importantes las suelen enseñar los padres), los alientan, intentan gestionar los recursos para que sean lo mejor que puedan ser. Pero también saben corregirles, sin gritos, enseñando sobre sus errores, siendo comprensivos. Si ha de castigar será proporcionado y justo pues busca el enseñar y no el cebarse en el error. Les da libertad para poder crecer cada día, generando autonomía y sentido de la responsabilidad.
  • Están presentes y sacan tiempo para la familia (compartir las alegrías, las tristezas, los esfuerzos, las esperanzas), acompañan en los momentos importantes. El compartir hace el grupo y saben que tienen que estar codo con codo para pertenecer al grupo. Ayudan en lo cotidiano y escuchan. Nunca te dejan sólo.
  • Los Padres saben amarse, respetarse y comunicarse entre ellos y con sus hijos. Son capaces de reconocer sus errores y repartir afecto.
  • Son consistentes en sus acciones y sus enseñanzas. También pacientes en los resultados, de otra manera dejarían de ser consistentes y darían bandazos constantemente. Ponen metas para mejorar pero no son irracionales para no desanimar a los hijos ni crear falsas expectativas.
  • Ganan el respeto gracias a todas sus cualidades y ejemplo, no lo imponen...

Todos somos hijos y algunos somos madres y padres. Todos podemos completar la lista con conceptos universales que hemos vivido. En realidad verdaderas lecciones de responsabilidad, compromiso, dirección y liderazgo, pero no somos a veces capaces de reproducirlas en la empresa. Quizás no actuamos como verdaderos Padres. 

No se trata de buscar culpables a situaciones ni negligencias. Se trata de saber a qué te comprometes cuando cuidas de algo como si fuera tu familia y las repercusiones que tiene el no hacerlo. Vidas rotas, amargura, vacío... No es fácil ser unos buenos Padres. Aunque no queramos, cometemos errores y estamos sujetos a lo que ocurre a nuestro alrededor. No somos los únicos que influimos en la familia y eso hace que sea aún más difícil. Incluso te esfuerzas con todo el corazón y hay momentos en los que parece que todo lo que has hecho, parece inútil. Pero hay otros,… esos otros momentos,… son los momentos que llenan tu vida y hacen que merezca la pena ser unos buenos Padres. Tenemos en nuestras manos una gran responsabilidad que además hemos asumido. Sigamos esforzándonos por ser buenos Padres.


Diego Lias