viernes, 4 de julio de 2014

TRIUNFO

Roma agasajaba a determinadas personas con lo que denominaban un “Triunfo”. Al principio eran Generales victoriosos (Cónsul o Pretor) y luego fue exclusivo de los Emperadores. Era el mayor honor del pueblo de Roma a uno de sus ciudadanos.  El homenajeado montaba una cuadriga y pegado a él, justo detrás, le acompañaba una persona que durante todo el recorrido le decía al oído: “hominem te ese memento” (recuerda que eres un hombre). Con los Emperadores el hecho se desvirtuó por razones obvias, algunos se llegaron a considerar dioses.

Recientemente, al hijo de una de las personas que trabajan conmigo, le concedieron un premio por su excelente expediente académico (todo matrícula, incluido el curso). Sé que era un chaval, pero le recordé estas mismas palabras. Pensé que serían unas buenas palabras para que llevara en el bolsillo y se lo susurraran en la ceremonia, como en Roma. Aunque por supuesto, le di la enhorabuena y le deseé que lo disfrutara de corazón. Lo hice en la esperanza de que con el potencial que tiene, no lo echara a perder porque se le subiera a la cabeza y todos pudiéramos disfrutar el día de mañana de él como Hombre, no como Dios.

Todos tendríamos que tener a alguien detrás de nosotros susurrando “Recuerda que eses un hombre”. Cuanto más poder se tiene, el que está detrás, lo tiene que decir más alto y más veces. En numerosas ocasiones nos creemos dioses y actuamos como tales, llenos de orgullo, prepotencia, sin tener en cuenta a los demás ni su consejo, despreocupados, pasando por encima de todos (porque somos más), alejados de la realidad y sobre todo deshumanizados. Algunos de vosotros ya estáis pensando en la clase política. Muy acertado el paralelismo con el de Roma. Desde luego es una lástima que se perdiera la costumbre de tener a alguien diciendo que son hombres y que además añadiera “recuerda a quien sirves”.

Pero no, hablo de todos nosotros. Cosas tan simples, como tratar correctamente a alguien que tenemos delante cuando somos clientes. No por ser clientes somos más que el otro. En el mundo de la empresa, el tema llega ya a niveles cómicos (si tuviera gracia). ¡Otra vez pensando en el jefe!... ¡No!, piensa en ti y en cómo te comportas con los que dependen de ti y con los que están a tu nivel. Que el compañero de al lado sea nuevo, por ejemplo, no te da derecho a mofarte o vejarle, no eres más. No digamos ya cuando nos encontramos con los que dan una imagen hacia arriba y otra hacia abajo, seguro que a ellos no les gustaría recibir el trato que dispensan.

Todos somos hombres y por muy listos que seamos cometemos errores y hacemos tonterías, recuerda que eres hombre. Se indulgente y comprensivo con los demás, utiliza el poder que se te ha otorgado en beneficio de los demás y no en tu propio beneficio. Poténcialo y haz que se convierta en grandes cosas.

Pero sobre todo, si algún día “Triunfas”, disfrútalo y disfrútalo con los demás. Te lo has ganado.


Diego Lias

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