Roma agasajaba a
determinadas personas con lo que denominaban un “Triunfo”. Al principio eran
Generales victoriosos (Cónsul o Pretor) y luego fue exclusivo de los
Emperadores. Era el mayor honor del pueblo de Roma a uno de sus
ciudadanos. El homenajeado montaba una
cuadriga y pegado a él, justo detrás, le acompañaba una persona que durante
todo el recorrido le decía al oído: “hominem te ese memento” (recuerda que eres
un hombre). Con los Emperadores el hecho se desvirtuó por razones obvias,
algunos se llegaron a considerar dioses.
Recientemente,
al hijo de una de las personas que trabajan conmigo, le concedieron un premio
por su excelente expediente académico (todo matrícula, incluido el curso). Sé
que era un chaval, pero le recordé estas mismas palabras. Pensé que serían unas
buenas palabras para que llevara en el bolsillo y se lo susurraran en la
ceremonia, como en Roma. Aunque por supuesto, le di la enhorabuena y le deseé
que lo disfrutara de corazón. Lo hice en la esperanza de que con el potencial
que tiene, no lo echara a perder porque se le subiera a la cabeza y todos
pudiéramos disfrutar el día de mañana de él como Hombre, no como Dios.
Todos tendríamos
que tener a alguien detrás de nosotros susurrando “Recuerda que eses un
hombre”. Cuanto más poder se tiene, el que está detrás, lo tiene que decir más alto
y más veces. En numerosas ocasiones nos creemos dioses y actuamos como tales,
llenos de orgullo, prepotencia, sin tener en cuenta a los demás ni su consejo,
despreocupados, pasando por encima de todos (porque somos más), alejados de la
realidad y sobre todo deshumanizados. Algunos de vosotros ya estáis pensando en
la clase política. Muy acertado el paralelismo con el de Roma. Desde luego es
una lástima que se perdiera la costumbre de tener a alguien diciendo que son
hombres y que además añadiera “recuerda a quien sirves”.
Pero no, hablo
de todos nosotros. Cosas tan simples, como tratar correctamente a alguien que
tenemos delante cuando somos clientes. No por ser clientes somos más que el
otro. En el mundo de la empresa, el tema llega ya a niveles cómicos (si tuviera
gracia). ¡Otra vez pensando en el jefe!... ¡No!, piensa en ti y en cómo te
comportas con los que dependen de ti y con los que están a tu nivel. Que el
compañero de al lado sea nuevo, por ejemplo, no te da derecho a mofarte o
vejarle, no eres más. No digamos ya cuando nos encontramos con los que dan una
imagen hacia arriba y otra hacia abajo, seguro que a ellos no les gustaría
recibir el trato que dispensan.
Todos somos
hombres y por muy listos que seamos cometemos errores y hacemos tonterías,
recuerda que eres hombre. Se indulgente y comprensivo con los demás, utiliza el
poder que se te ha otorgado en beneficio de los demás y no en tu propio
beneficio. Poténcialo y haz que se convierta en grandes cosas.
Pero sobre todo,
si algún día “Triunfas”, disfrútalo y disfrútalo con los demás. Te lo has ganado.
Diego Lias
Estupenda entrada. Saludos cordiales.
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme y poner un comentario.
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