lunes, 7 de julio de 2014

QUEMADOS

Hace un mes ha sido la conmemoración del Día-D, el asalto a Europa de las tropas Aliadas. La punta de lanza seleccionada por el General Montgomery para desembarcar en “Gold” fue la 50 División de Infantería (Northumbrian). Se había distinguido por su participación en la guerra en el desierto y Túnez,  posteriormente en la toma de Sicilia, de donde fue traída para participar en Día-D. Cuando Montgomery les comunicó que serían la punta de lanza, prácticamente le abuchearon. Más tarde, y después del desembarco, se destituyó a su comandante por su “bajo rendimiento” durante el desembarco. A la División se le concedió un breve descanso y participó poco después en la toma de los puertos del canal y el paso del Rin.

¿Eran malos soldados? No, los mejores, por eso fueron seleccionados. Lo habían demostrado en multitud de ocasiones. Lo que les pasaba es que estaban “QUEMADOS”.

En la vida cotidiana, hay gente que es “Punta de lanza” y se echa los problemas a la espalda o se los echan. Muchas veces suelen ser obligaciones de familia, que sobrecargan sus espaldas y que no se reparten equitativamente. Nos pasa incluso con los hijos, aunque queramos ser justos, siempre recaen más responsabilidades en unos que en otros.

En la empresa, nos encontramos con ese equipo o persona en concreto que nos soluciona siempre satisfactoriamente todos los problemas; y como lo hacen y lo hacen bien, les mandamos al siguiente y al siguiente y al siguiente… hasta que un día revientan.

Son excelentes trabajadores, pero sin previo aviso, nos encontramos con que su rendimiento baja, o empiezan a ser conflictivos, o nos comunican que les han ofrecido algo en otro sitio. Algunos responsables dicen “es que ya no es el que era…” (cortos de miras y entendimiento) otros dicen “he metido la pata y le he presionado demasiado” (conscientes, pero tardíos). De estas situaciones es complicado salir. Lo quemado, por mucho que lo raspes, sigue quemado.

Os he comentado en otras ocasiones que la mejor solución a un problema es la prevención. Si tus otros equipos o las personas a tu cargo no valen como el bueno, es tu obligación formarlos hasta que lo sean (esto me lo enseñaron en Arthur Andersen, punto primero de ser jefe) Con eso podrás descargar más a la persona de valía y el trabajo colectivo será mejor. Si no lo haces por humanidad (que deberías), hazlo porque funciona. Te van a poner medallas.

Pero lo que es más importante. Si tienes una persona valiosa, cuídala. Valórala en todas las dimensiones, no sólo en su retribución sino en la felicitación y reconocimiento de su trabajo. Es mentira que la gente se eche a perder por reconocer su trabajo, como dicen algunos. Lo que pasa es que les da alas, los hace mejores y aumenta sus expectativas. Los que lo dicen, es porque no quieren perderlos. Son egoístas y malas personas que limitan el potencial de los demás, además de nocivos para las empresas (Ahora se les llama “tóxicos”).

A alguien así, lo terminarás perdiendo si o si, porque querrán ascender, como es legítimo. Si no les ayudas, serán un “Quemado” más, inservibles. Pero si les ayudas, aportarán más valor en otro sitio de tu empresa (punto dos del curso de Jefe, forma a tu equipo aunque lo disfrute otro de tu organización)  En el peor de los casos, si se van porque no hay hueco, hablarán siempre bien de la empresa y es posible que te traiga negocios.

Ayuda a los demás a desarrollarse. Valora su trabajo, económicamente dentro de tus posibilidades y moralmente en todo lo que se merezcan. Con el paso del tiempo, te sentirás orgulloso de tu labor y verás sus frutos, tanto en el cumplimiento de objetivos como en el plano humano. Piensa que la alternativa es convivir con “Quemados”.


Diego Lias

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