martes, 21 de abril de 2015

¿A CUÁNTO ESTÁ EL KILO DE FAVORES?


"Algún día, y ese día puede que no llegue, acudiré a ti y tendrás que servirme. Pero hasta entonces, amigo, acepta mi ayuda en recuerdo de la boda de mi hija" Don Vito Corleone “El Padrino.” ¡Para morirse de miedo! Un cheque en blanco con el diablo. Pedir favores a depende quién, puede salir muy caro. Tampoco penséis que el hacerlos no tiene riesgo. José Sánchez Guerra y Martínez, Presidente del Consejo de Ministros, ministro de Gobernación, ministro de Fomento y ministro de Guerra durante el reinado de Alfonso XIII, recibía muchas peticiones de “favores”. Dicen que a su negativa rotunda solía acompañar la frase “Tengo aprendido que en los dos sexos el no saber decir que no produce muchos embarazos” ¡Menudas situaciones “embarazosas” están viviendo algunos por prestar y recibir los famosos “favores”! El pago y cobro de favores está a la orden del día.

Y es que los favores no son vistos de la misma manera por todo el mundo, ni la gente tiene la misma perspectiva del mundo que puedas tener tu. Montesquieu decía: ”la amistad es un acuerdo por el cual nos comprometemos a intercambiar pequeños favores a los grandes”. Bueno, es una visión del mundo y en concreto de la amistad que te puedes encontrar. Y así, las experiencias y los comportamientos de distintos tipos de personas han llevado a grandes pensadores a hablar mal de los favores. Malo hacerlos “Sólo a fuerza de favores se conquista a los espíritus mezquinos, a los corazones generosos se les gana por el afecto” Jenofonte. Y malo que te los hagan “Hay almas esclavizadas que agradecen tanto los favores recibidos que se estrangulan con la cuerda de la gratitud” Nietzsche.

Malas experiencias en hacer favores por terminar “escaldado”, obligado a seguir haciéndolos porque si dejas de hacerlos eres de lo peor, actuando como un “estúpido” porque se aprovechan de ti constantemente, o porque te equivocas y te dicen que “por qué te metes en lo que no te importa”… en definitiva, defraudado. Malas experiencias en recibirlos porque llega el día del cobro y el precio es tan alto que tienes que “hipotecar” tu vida para pagar el precio, haciendo cosas que no quieres o no debes hacer; porque no te diste cuenta en su momento que estabas vendiendo tu alma; o porque nunca llegas a pagarlo y te conviertes en esclavo. Poco a poco nos vamos convenciendo. ¡Mejor no hacer nada!, como dice la frase “ni agradecido, ni pagado”. Y así, todo un universo de posibilidades de ayudarnos pasa por delante de nuestras narices sin tocarnos. Muchísimas son pequeñas cosas que nos cuesta poco hacerlas pero para otra persona suponen un mundo. Un detalle que ahorra un montón de trabajo a un compañero, cuatro tecleos en un ordenador que solucionan la vida a un cliente, cargar con un bolsa hasta la casa de un vecino que es mayor y no puede con el peso, enterarte de un trabajo y pensar en alguien que lo necesita para que tenga la oportunidad de participar en el proceso,… Mil situaciones en la empresa, en la vida. Todos los días pasan por delante y las dejamos escapar. Y las dejan escapar para nosotros.

El problema, en mi opinión, es el concepto. El favor es un regalo. Se da por voluntad propia y sin esperar nada a cambio y se recibe con agradecimiento pero sin obligación de pago. Un buen regalo es algo que querías o necesitabas y que la otra persona te ha regalado porque lo sabía y te aprecia. Implica una conexión humana, aunque a veces sea un desconocido. Hacer el favor de bajar un coche de un niño por las escaleras del metro a una desconocida significa conectar empáticamente con alguien que está sufriendo por el esfuerzo y el miedo a que se le escape. Cuando se ve de esta manera, es imposible que te defrauden, porque no esperas nada al hacerlos. Ni al recibirlos porque no tienes obligaciones. La película cadena de favores es positiva y un intento de mejorar el mundo, pero falla en que a quien le hacen un favor tiene que hacer otros tres. No hay obligación, ni pago, ni límite en hacer favores, un verdadero favor es potestad del alma.

Algunas precauciones:
  • La frase del Padrino es muy buena, le está diciendo que no es un favor, que hace algo pero que el pago no se sabe qué será, ni cuándo, pero es seguro que se lo exigirá. No tengáis vergüenza en preguntar si es un favor o una “transacción”. Nadie en su sano juicio compra sin saber lo que tendrá que pagar. Si haces un favor y os preguntan, o le veis que se siente obligado, siempre funciona el “¡ya me invitarás a un café o a una cerveza!” No es un pago y descarga al otro del sentimiento de deuda. Así disfrutáis los dos.
  • Ofrécete pero dejando claro tus conocimientos y limitaciones. No seas un inconsciente y generes un problema mayor que el que, con toda tu buena voluntad, intentas resolver.
  • Aprende a distinguir y decir “NO”. Si le haces todo a tu hijo, le conviertes en un inútil y no le haces ningún favor. Aplícalo a la gente que te pide cosas constantemente que puede hacer por sí misma. Di también “NO” a los que te quieren cobrar un favor, generalmente intentarán abusar o incluso que hagas cosas ilegales. Intenta no ponerte en la situación preguntando antes si es un favor y si no lo es, el precio.

Tengo obligación de acordarme de Catón el Joven “Cuenta siempre los favores que recibes de los otros pero calla los favores que haces tú a los otros” para agradecer todos los favores que me han hecho sin decírmelo,… y sé que los ha habido. Hay mucha más gente buena de la que pensamos, sólo hay que fijarse un poco.

Eric Hoffer decía: “El placer que se deriva de hacer favores es parte en la sensación que nos da que no somos totalmente inútiles. Es una agradable sorpresa para nosotros.” No os privéis del placer, no dejéis pasar las oportunidades.

“El cielo se gana por favores. Si fuera por méritos usted se quedaría fuera y su perro entraría” Mark Twain.

Diego Lias


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