La situación era
crítica. Tan crítica que habíamos despedido al Director General. Ciertos
puestos directivos se habían cambiado al menos una vez en busca de una
solución, un cambio de rumbo que evitara el choque definitivo contra los
escollos. Las empresas no se pueden parar porque se rompen, así que se decidió
realizar una reunión de viernes a sábado en una casa apartada en la que había
una amplia sala de reuniones con un proyector. No había cobertura para los móviles.
Antes se mandaron tareas a los asistentes Directores y algunos Jefes de Área
para que hicieran un análisis previo de su departamento. Debían ayudar a los
demás a comprender su funcionamiento, sus problemas y su visión. A esta le
siguieron otras reuniones. De cada reunión surgían las tareas para la próxima.
No recuerdo ninguna reunión en la que se perdiera el tiempo o se divagara salvo
para aportar ideas (unas más imaginativas que otras) Estas reuniones llevaron al
análisis de la situación actual de la empresa, la detección de los principales
problemas, el planteamiento de las soluciones, su puesta en marcha y su
seguimiento. Hasta se cambió completamente la gama de productos.
En el mundo se
suicidan más de un millón de personas al año. En España más de tres mil, aunque
noventa mil lo han intentado. No se ha encontrado aún una respuesta que
satisfaga a todos sobre el motivo. Numerosos estudios muestran datos coincidentes:
Enfermedades mentales, enfermedades crónicas, tasas más altas entre
adolescentes que en niños,… el aislamiento y la soledad. Todos tememos a la
soledad, al rechazo social y afectivo, a estar aislados. Somos seres sociales y
necesitamos sentir el calor humano de nuestros semejantes, sentirnos aceptados
y amados, por eso tenemos pánico a la soledad. Hemos inventado todo tipo de
artilugios para estar en contacto con los demás. Hoy en día puedes ir al baño y
seguir en contacto con quien quieras. ¡Lo hemos conseguido! ¡Ya no estaremos
solos! Pero seguimos sintiéndonos solos. Y es que la soledad es un sentimiento
subjetivo. Puedes estar rodeado de personas en un estadio y sentirte sólo, estar
sólo en una playa contemplando el mar y no sentir soledad. Uno de los planteamientos
centrales de la obra “Cien años de Soledad “ de Gabriel García Márquez es que
los personajes terminan solos, bien por su incapacidad de amar, bien por sus
prejuicios.
La soledad no es
buena en general porque nos aleja de los demás. Los demás son los que
enriquecen nuestras vidas. Pero no debemos vivir sin tener ciertos momentos
para la soledad. Cuando estuve en el ejército, pasaba muchos momentos de
soledad. Permanecí durante horas día tras día, sin poder moverme, mirando al
infinito en formación o en un puesto de guardia. Pregunté a algunos compañeros
sobre que pensaban o hacían en esos momentos y me comentaron que contaban los
ladrillos de un muro que había enfrente. A mí me dio tiempo a pensar en muchas
cosas, a plantearme de todo, a conocerme. En una conferencia a la que asistí,
una psicóloga pasó por encima de algo que no era el tema central. Habló sobre
la importancia de estar sólo de vez en cuando, de cómo ayudaba a afianzar y
entender acontecimientos pasados, a pensar sobre uno mismo. Se me quedó “incrustado”
en la cabeza. Me he dado cuenta desde entonces de la cantidad de gente que vive
una vida llena de actividades, que concatena una con otra, que cuando está
sentado donde sea no puede perderse en sus pensamientos y necesita algo que le
evite pensar, ahora es el teléfono pero antes era una revista o contar
ladrillos.
En todas las
culturas, religiones y pensamientos filosóficos, la soledad constructiva se ha
visto como el camino a la maduración personal. Si hay alguien que te va
acompañar toda tu vida, ese eres tú mismo. Vivir con alguien que no es tu mejor
amigo toda tu vida es una tortura. A un amigo hay que conocerle, quererle, aceptarle
con sus bondades y sus defectos, sentirse orgulloso de él, tener la confianza
de te diga las cosas que has hecho que no están bien y analizar lo que ha
pasado sin que surja el rechazo,… Tenemos que aprender a ser nuestros mejores
amigos. Sólo cuando te conoces a ti mismo, eres capaz de conocer a los demás.
Aprender a hablar
con uno mismo no es sencillo y paradójicamente podemos necesitar a los demás
para aprender y hacerlo bien. Algunos aprendieron de pequeños o tienen una
capacidad innata, otros necesitamos aprender. Para tener éxito, innatos o no, hay
que practicar, practicar y practicar como decía Paco de Lucía. Además es
complicado empezar. Lo que todo el mundo encuentra al mirar en su interior, son cosas que no
querían encontrarse. En el fondo sabían que estaban allí. Hasta aquí llegamos
todos, luego hay que enfrentarse al abandono porque no me gusta, al peligro de
caer en una baja autoestima,… afrontar esto muchas veces no se consigue sólo. Vas
aprendiendo a conocerte, a perdonarte, a buscar la superación… Cuanto más te
conoces en los momentos de soledad, menos solo te sientes y más te abres a los
demás.
Volviendo a
nuestro comienzo, una empresa es “un ser humano”, porque la componen seres
humanos que interactúan y se enriquece con otros seres humanos (Clientes,
proveedores, bancos, accionistas,… personas físicas y jurídicas). Pero también
necesita estar de vez en cuando a solas para pensar y conocerse, para
reflexionar sobre sus actos y sus consecuencias, para afrontar y superar sus
miedos, para planteárselo todo… Hay muchas reuniones formales encaminadas a
esto, como la elaboración de presupuestos o de planes plurianuales, la fijación de objetivos, etc. Otras son
informales o puntuales de análisis de problemas, de análisis de desviaciones
sobre nuestros objetivos y medidas correctoras para poder alcanzarlos,… Muchas
empresas no lo hacen. Los motivos son los mismos motivos que tiene una persona para
no mirar en su interior, ¿falta de tiempo o quizás el miedo de ver lo que
pueden encontrar? Otras lo intentan pero son improductivas, no han aprendido a
hablar con sí mismos, “los prejuicios y la falta de amor”, como en “Cien años
de soledad” lo impiden y así nos aíslan en las reuniones, abriendo abismos
entre las personas. No se perdonan y no asumen los errores de una manera franca
para poder superarlos.
Cruzarse con
alguien en el espejo todos los días y no saludarle ni hablar con él, aparte de
ser de mala educación, es un error que se paga caro. Si no te haces su amigo te
hará la vida imposible. Salúdale y
conócelo bien, te apoyará y presentará a mucha gente. Nunca estarás sólo.
Diego Lias
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