Durante la presentación en España
de un nuevo modelo de vehículo de 7 plazas, una de las actividades que se
realizaron fue una ruta en solitario pasando por varios puntos y llegando todos
a un destino a comer. Nos asignaron un vehículo a varios compañeros de trabajo
e inmediatamente me presenté para conducirlo “Dejadme a mí que me oriento como
un palomo”. Minutos después, terminamos perdidos,… pero muy perdidos, casi no
llegamos a tiempo. No os tengo que contar las bromas que me tocaron soportar
por parte de los compañeros hasta que llegamos, y después en la comida (muy
merecidas y bastante ingeniosas si les quito el componente de vergüenza). No me
quedé con el apodo de “Palomo” por muy poco.

Hay frases mucho más memorables
que las del “palomo”. ¡No iba a ser el único en “escupir hacia arriba”! Algún
ejemplito: “Este es el inicio del imperio más grande; el Tercer Reich, que
durará mil años” Adolf Hitler. “Este barco no lo puede hundir ni Dios” Thomas
Andrews Ingeniero diseñador del Titanic. “Los vietnamitas carecen de la
habilidad para conducir una guerra por sí mismos o para gobernarse por sí
mismos” Vicepresidente Nixon. El Tercer Reich no duró mil años, el Titanic se
hundió en el primer viaje, los Vietnamitas parece que al final si sabían
conducir una guerra… y yo me perdí.

El Instituto Cervantes afirma
que aunque hay varias interpretaciones sobre esta frase popular, la idea
central es la arrogancia. El sentido es recriminar la arrogancia y advertir sobre
la posibilidad de recibir “tu merecido”. Aparece en la obra de Benito Pérez
Galdós “Napoleón en Madrid” “…el orgullo es pecado, y quien al cielo escupe, en
la cara le cae” No es más que un sentimiento popular que proviene posiblemente
del origen de los tiempos. Las creencias de la Grecia Clásica se refieren al
“Hybris” como el pecado del exceso en cualquier campo, de creerse como un dios.
Némesis es la diosa que castiga el exceso, la arrogancia. El primer pecado del
Antiguo Testamento, fue querer ser como Dios. Es el más importante de los
pecados en la Divina Comedia de Dante por ser padre de otros muchos. En mi
opinión, el sentido es creernos por encima de los demás, del bien y del mal,
estar en posesión de la verdad, el conocimiento, la bondad... Da igual la
cultura, el lugar del mundo o la religión que analicemos, todas tienen este
concepto y su Némesis (castigo).

Crear una marca Premium es un
trabajo de años y esfuerzo. No sólo se construye con un producto excelente, ni
con un servicio esmerado. Una marca transmite un sentimiento, un orgullo de
pertenencia. Es una experiencia emocional, el esfuerzo por conseguir ese
sentimiento del cliente en el producto, servicio y todo lo que le rodea,
construye la marca, la confianza del cliente. Este orgullo se transmite a la propia
organización. El orgullo no es malo en sí, es bueno en el sentido de la
satisfacción del trabajo bien hecho, pero hay una delgada línea roja que si se
traspasa, nos lleva a la arrogancia. Cuando un cliente comienza a percibir
arrogancia, la marca pierde valor y
surge la indiferencia o incluso el rechazo. Hay muchos ejemplos; por citar
alguno, el lanzamiento de la Playstation 3 en la que Sony terminó reconociendo
su arrogancia en público pidiendo disculpas y recondujo su política.
“El ABC de la decadencia en
los negocios es la arrogancia, la burocracia y la autocomplacencia”. Buffett en
el decálogo que dejó a su sucesor

Casi todas las teorías
psicológicas coinciden en que es una distorsión de la realidad sobre nosotros
mismos o nuestras empresas, nuestra imagen se encuentra “inflada” y no es
percibida de igual manera por los demás. (Teoría de la neurosis de Karen
Horney, Análisis Transaccional de Berne, etc.) Puede llegar a ser patológico
pero todos pecamos en mayor o menor medida, también hay grados en el
comportamiento hacia los demás, pero insisto en que no debe confundirse con
tener seguridad en uno mismo, tener confianza en hacer algo bien. Es un
posicionamiento sobre los demás, pretender tener derechos por la importancia
autoatribuida. Es pensar que la Playstation se vendería por el hecho de ser de
Sony y haber sido la líder, sin explicar al público qué nuevas ventajas incluía
y teniendo un posicionamiento prepotente.
“El diablo no es el príncipe
de la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu, la fe sin sonrisa, la
verdad jamás tocada por la duda.” Umberto Eco
La Némesis es el castigo. La
arrogancia, despreciar o menospreciar a los demás, no sale gratis.
- Genera rechazo (“¡Que les
compre su padre!”), odio si no puedes evitar el trato (“…el día que pueda me
deshago de esta marca y desde hoy hablo mal de ella), pérdida de confianza (“Cree
a aquellos que buscan la verdad, duda de los que la han encontrado” André
Gide), relaciones de ganador-perdedor ("La arrogancia no es delicada, es
la complacencia de sí mismo tomando ventaja de los demás" Samuel
Johnson),… esta desconexión, esta falta de empatía, lleva directamente al
rechazo y la soledad. Dejar de vender en el plano profesional y a la soledad
(aunque te rodee gente) en el plano personal.
- Cuando estas aislado, en la
cima, no escuchas, no aprendes. Es posible que incluso intentes eliminar del
equipo al pesado que aporta otras ideas. Caes en la autocomplacencia, los
aduladores te rodean porque los que tenían otras opiniones hace tiempo que se
fueron. Tu mente se nubla y la ceguera hace que pienses que los aciertos son tuyos
y los fallos de este o ese inútil, o de las circunstancias adversas. No
analizarás tus errores para mejorarlos y posiblemente despidas a alguien
válido. Sobrevaloras tus capacidades, piensas que todo lo puedes y no llegas a
los objetivos que te has marcado. Subestimarás a la competencia, creerás que no
lo pueden hacer mejor que tú y un día tendrás la soberbia de incluso preguntar:
“si nuestro producto es mejor que el de la competencia… ¿Por qué venden más?”. Tendrás baja tolerancia a la
frustración al no admitir errores y perderás las formas incluso de los medios o
de otras personas. Hasta está demostrado el riesgo cardiovascular.

Vendrá entonces Némesis. Los
dioses te castigarán… no, no es un castigo de los dioses. Si luego pierdes el
trabajo, la empresa, los amigos o la vida, es una consecuencia de tus actos.
Es muy probable que llegados a
este punto estés pensando en políticos, poderosos, jefes en general. Es normal,
está a la orden del día y es más fácil ver la paja en el ojo ajeno. No estamos
libres de caer ninguno, incluso a diario, y lo vemos a nuestro alrededor, no
hace falta que sea el jefe o un poderoso. El trato con un dependiente, una
conversación en la que a un tercero se le ha puesto por debajo de tus
cualidades morales, de inteligencia, sociales, físicas, etc; y de qué manera y
con menudos adjetivos. No valorar las ideas dependiendo de quién vengan. A
nivel social, la arrogancia es el principal implicado en el acoso escolar y en
las empresas, la discriminación, los malos tratos, los genocidios… En las
empresas, el mal ambiente, la falta de ideas, el miedo, la pérdida de ventas y
clientes, el incremento en costes, el hundimiento…

Es tan fácil caer… yo tengo un
objeto en mi mesa que me recuerda el peligro de caer porque no te das ni
cuenta. Aparte de la tontería del objeto, todos somos finitos y cometemos
errores, aquel que te ayuda a superarlos, agradéceselo. Haz las cosas bien
porque es lo correcto y no por la fama o la gloria. Has llegado donde has
llegado por tu esfuerzo y tus cualidades,… y por otras muchas cosas más. Piensa
que las cualidades son innatas, las puedes potenciar y ese es tu mérito pero
tienes que tenerlas. Sobre todo date cuenta que no serías lo que eres sin la
ayuda de muchísima gente que se ha cruzado en tu camino. Si los demás son
importantes, trabaja tu empatía. Siéntete orgulloso de lo realizado y
agradecido en los momentos difíciles para superarlos pero cuando estés en un
momento de éxito, piensa inmediatamente en todo lo que te queda por recorrer y en
toda la ayuda que siempre necesitarás. Ya estás menos cerca de ser un dios y
más centrado en tus próximos objetivos.
El día que te vuelves arrogante crees
que has tocado techo, lo que no sabes es que hay más pisos por encima y que vas
en el ascensor camino del sótano.
Diego Lias