martes, 17 de junio de 2014

7 SEGUNDOS PARA JUZGAR, TODA LA VIDA PARA CONOCER

Dicen que nuestro cerebro animal tarda 7 segundos en juzgar a alguien como mecanismo inmediato de defensa. Se nos entrena para causar “una buena impresión” y en parte es cierto. Nuestro éxito social y profesional se juzga rápidamente. ¿No deja de ser esto un instinto animal? ¿Qué nos hace humanos?

Hace un año se incorporó al departamento de Finanzas y Facturación una persona que lleva más de 20 años trabajando en otro departamento. Es una administrativa sobre la cual no teníamos buenas referencias, especialmente en el trato personal. Incluso sabíamos que venía con una mala opinión sobre nosotros. Cuando se iba a incorporar, tuvimos una charla en el departamento sobre esta y otras incorporaciones. El rechazo hacia a esta incorporación fue total. Solicité del equipo que se diera una oportunidad a esta persona. He de confesar que yo mismo compartía esos miedos.

Recientemente, se han hecho las evaluaciones de personal. Lo primero que le comenté es que me había sorprendido gratamente durante este año, su trabajo había sido excelente, habiendo colaborado incluso con ideas en nuevos procesos administrativos. Había encajado perfectamente en el departamento y el ambiente era más que cordial. Le confesé incluso mis miedos iniciales y como con su esfuerzo se había ganado su sito. Ella respondió inmediatamente que también sabía que teníamos reservas y confesó haber tenido serias dudas sobre nosotros al principio, pero que todos nosotros también habíamos demostrado ser diferentes a sus ideas preconcebidas. Estaba encantada de trabajar en el departamento y nosotros con ella.

Días después, se acercó a decirme que aún había gente buena en el mundo. Trabajamos en un concesionario de BMW y una persona había llamado a advertir que estaba al lado de una moto BMW cuyo propietario se había dejado las llaves puestas. Nos llamaba porque era clienta nuestra y el propietario debía de serlo también ya que llevaba un portamatrículas nuestro.  Pidió que localizáramos al propietario mientras se quedaba al lado de la moto. Nuestra administrativa localizó inmediatamente al cliente, le dijo lo que pasaba y llamó de vuelta a la clienta que había llamado, diciendo que el propietario estaba en camino. La clienta respondió que venía un hombre corriendo hacia ella de tal manera que sólo podía ser el propietario.

Yo pensé “qué razón tiene sobre la gente buena en el mundo”, pero además pensé “qué buena respuesta hemos dado ante dos clientes gracias a esta administrativa” la imagen de la compañía había quedado en todo lo alto. Ella podía no haber reaccionado como lo hizo y haber sido una "pasota" más de los que nos encontramos a menudo, limitándose a hacer “solo“ su trabajo.  Si no nos hubiéramos dado una oportunidad, todos nosotros, no tendríamos a esta persona con esta actitud. Me siento orgulloso de todo el equipo.

¿Qué nos hace humanos? La gente a nuestro alrededor no deja de enseñarnos. Yo he aprendido que sí juzgamos en 7 segundos, pero que además debemos desarrollar las cualidades que nos hacen humanos, conocernos y aprender a valorarnos poniendo todos un poco de nuestra parte, y por qué no, cambiar de opinión cuando la evidencia derrumba las primeras impresiones. El esfuerzo ha merecido la pena. Seamos más humanos.

Diego Lias


4 comentarios:

  1. Sencillamente genial... Que gran profesional!! Quien tiene ese tipo de comportamientos en el trabajo también los tiene en la vida cotidiana. Seguro que es una mujer increíble.

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  2. Los prejucios son un autentico cancer

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  3. Por error he borrado un bonito comentario de alguien. He conseguido recuperar el texto íntegro, lo siento. Lo pongo a continuación y contesto:

    Respecto a este artículo, tuve una experiencia muy emotiva.Conocía de vista a un inmigrante de raza negra, con el que me cruzaba a menudo al ir al trabajo. Vendía "la Farola" y todo el mundo pasaba de él, como si se tratara de un obstáculo en la acera; incluso yo mismo. Un día se me cayó el portafolios que llevaba y los papeles se desperdigaron, pues hacía algo de viento. Entonces ví al negrito correr con toda celeridad detrás de los papeles más volátiles, en un ejercicio que realizó con gran agilidad. Cuando nos reunimos me los dió con una gran risa franca. Quise recompensarle económicamente por su ayuda, pero se negó. Entonces entablamos una conversación, en la que me demostró un gran potencial intelectual que las circunstancias no le dejaban desarrollar. ERA UN SER HUMANO.

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    1. Me gusta mucho tu historia, este blog está totalmente abierto a vuestras aportaciones si lo deseáis. Ayudar económicamente a la gente que lo necesita, es bueno, pero no sólo se les ayuda así. Algunas de las personas con exclusión social sufren el convertirse en invisibles. Demostrar que les ves y que son personas, a veces es más importante que el dinero. Una sonrisa, una conversación, aunque sea corta... Esto no quiere decir que todas las personas sean unas bellísimas personas, hay de todo. Pero sí que es verdad, que hay gente a la que la vida la ha golpeado y no ha sabido recuperarse o no ha tenido el apoyo que otros hemos podido tener. La primera de estas personas con las que hable habitualmente era un borracho que estaba siempre en las puertas del cole, Nadie se le acercaba y teníamos, en general miedo, de él. Un día surgió una conversación entre mi panda y el, al principio, casi buscando el reinos (ya sé que está mal, eso ya lo aprendí). Con esta conversación nos dimos cuenta de que era una persona que perfectamente podría ser nuestro padre. Tenía incluso carrera. No se me ha ido de la cabeza en todos estos años y el concepto de cómo nadie estamos libres de poder acabar un día así. Un cúmulo de circunstancias concatenadas, de golpes, de malas decisiones y de perder la esperanza, pueden cambiar tu vida. He visto otros casos parecidos después. No os creáis que sois fuertes, o que no tendréis que emigrar un día para subsistir o escapar de una guerra, que no os puede pasar. El también se creyó una vez fuerte.

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