lunes, 10 de noviembre de 2014

HONOR


La opulencia previa a la crisis vino marcada por una falta total de valores y de enriquecimiento personal a cualquier precio, a costa de quien fuera. Lo que vino después, la crisis, fue peor. Ha sido una guerra real, y las guerras sacan lo peor del hombre, incluso peor que lo que hubo antes. La supervivencia, el miedo, la codicia, han causado y alimentado la guerra. Los muertos, millones de parados en todo el mundo, infinidad de empresas destruidas. El campo de batalla el mundo entero, implicando a los políticos como en cualquier guerra, pero sin tener muertos entre sus filas, también como en cualquier guerra (siempre hay una excepción, cayó el Estado Mayor de Islandia). En las trincheras todos los trabajadores y empresarios. Hemos vivido una guerra sin cuartel, sucia como todas, que ha hecho cierta la frase Plauto de “El hombre es un lobo para el hombre”. Empresas contra empresas, hombres contra hombres, compañeros contra compañeros, supervivencia a toda costa. El que vuelve de una guerra, vuelve transformado. Todos hemos estado y no volveremos a ser los mismos. Si la época previa, ya se había llevado el honor, la crisis consiguió que nos olvidáramos por completo de él, y es que por más que lo digan a veces, en las guerras no hay honor. Puede haber hombres de honor que participen, pero no hay honor.

En una reunión acalorada, durante esta crisis, acusé a la otra parte de no ser “hombres de honor”. La reacción fue de sorpresa, les dejó descolocados. Lo curioso es que después de la reunión, me enteré de que la frase había sorprendido también a los de mi empresa. Y es que el honor se vincula a las películas de duelos, código trasnochado y sin aplicación en nuestros días. Como he dicho antes, ha desparecido,… hasta de nuestro vocabulario.

Sin embargo ha estado presente en todas las grandes culturas y religiones, en la pintura, la música, la literatura. No ha sido exclusivo de nobles como se nos ha hecho pensar, es patrimonio del alma y todos tenemos una.

En la cultura griega, ningún ser humano puede llegar a ser feliz, si no adquiere honor. El honor se adquiere por medio de la virtud, una conducta intachable ante los deberes. Roma heredó el concepto y lo hizo propio. Los Germanos, que ya tenían un código de honor, incorporaron el Romano y llegó a la edad media con el Código de Caballería como máximo exponente. Se mezcló con la religión al tener valores comunes. En la cultura India Rama dice “No consentiré, ni al precio de un reino, volver la espalda al honor, máximo bien de todos. La vida es corta, y nada quiero de esta tierra miserable, salvo el deber”. Un proverbio judío reza: “No es el puesto que una persona ocupa lo que le da honor, sino que es la persona quien honra el puesto que ocupa”. El Islam predica: “Se alcanza el honor y el verdadero orgullo a través de la perfección espiritual y adornándose de virtudes morales y espirituales”. Las culturas amerindias también tenían sus códigos de honor, aunque ha llegado poco escrito hasta nosotros. Las enseñanzas sobre el honor del Budismo, Zen, Confucio y Sintoísmo se funden en Japón en el Código del Bushido. Wan Yang Ming filósofo chino y uno de los inspiradores del Bushido dijo que el criterio básico en la vida era: “Hablar y hacer son lo mismo”. Muy parecida a la frase de Gandhi “La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace está en armonía” que conectada con los principios griegos de conducta intachable, o el Código de Caballería o… El concepto de honor es universal y sus principios básicos lógicamente coincidentes.

Tomaremos el Código de Caballeria y el Bushido como ejemplos de la cultura occidental y la oriental:
  • Valor - Yu: No es arrogancia, es la fuerza de hacer lo correcto. Es actuar cuando la masa se esconde pero no con un heroísmo estúpido, sino que respeta al oponente, al que hay que tratar de forma fuerte pero inteligente.
  • Justicia - Gi: Busca la verdad sobre todo y la honradez en los tratos. Lo justo por encima de la ganancia sobre el otro, lo justo por encima de uno mismo o el poder.
  • Generosidad y Humildad – Jin: Como forma de evitar la avaricia y la gula. Ser capaz de reconocer que los grandes hechos se basan en el esfuerzo de muchos y no en el propio, reconociéndose uno mismo como parte de un todo. No apropiarse del éxito de los demás, reconocer el éxito de los otros y premiar el esfuerzo de la gente a tu mando. El poder está para servir a los demás. Ser generoso también en el sentido de misericordioso ante un enemigo que ha demostrado honor. Nunca demostrar crueldad
  • Lealtad y Defensa – Chuugi: Sobre todo a los ideales, que están por encima de todo, incluso de reyes. Protección de a quien sirves, de los que están a tu mando y todo aquel que se encuentre desprotegido frente a cualquier abuso. La defensa de la verdad, pero mitigada con la clemencia, a veces la verdad absoluta produce dolor al inocente Eres responsable de tus hechos y de tus palabras, de aquellas personas que dependen de ti. La palabra es ley.
  • Nobleza y Templanza – Meiyo, Makoto y Rey: Cortesía, honradez, ser moderado, en la ira, en el carácter, en las riquezas (no el no tener riquezas sino el no malgastarlas), en definitiva el no mantener una dependencia clara de nada. Formación y desarrollo de las cualidades mediante el esfuerzo. Un ejemplo a seguir. El juez es uno mismo, el más exigente. El no cumplir con lo que se dice y el código, lleva a la vergüenza insoportable.
  • Fe – Reencarnación: da raíces y esperanza en su lucha contra el mal.

El poder siempre ha utilizado a los hombres de honor en su propio beneficio, también ha sido culpa de los hombres de honor que han interpretado el código de forma “gloriosa”, se ha llevado al absurdo y les ha dejado desprotegidos. Hay que ser listo y saber cómo se practica cada uno de los puntos. El ser generoso por ejemplo, no es perdonar a un enemigo despiadado y sin honor dejándolo a tu espalda, probablemente te mate. Alejandro Magno perdonó al rey Poros, al que venció en la India. Le nombró sátrapa de su propio reino, porque vio honor y nobleza en el. Poros fue un buen y leal sátrapa de Alejandro desde ese momento.


Ser un hombre de honor no es fácil. Requiere ser fiel a los ideales, ser valiente, esforzado, volcado en los demás, fuerte, duro y generoso al mismo tiempo… pero además es complicado porque constantemente debe evaluarte y evaluar tus actos de forma inteligente, pensando en las consecuencias, no dañando a los inocentes ni siendo un estúpido haciéndose matar en un duelo sin sentido. La estupidez ha hecho que un falso sentido del honor terminara con el verdadero honor. Los propios caballeros y samuráis permitieron su muerte y la palabra ha quedado desterrada. El pueblo llano también tuvo hombres y mujeres de honor, su palabra era ley y sus actos ejemplo, la vergüenza de un mal acto era también insoportable. Pero todos nos hemos olvidado. O ¿sólo lo parece? Sigue habiendo personas mezcla de Quijote y Sancho con ganas de salir a recorrer los caminos.

Si no vuelven los valores del Honor, ¿En quién podremos confiar? ¿Quién protegerá a los débiles e indefensos? ¿Quién luchará por la justicia? ¿Viviremos entre Lobos? ¿Qué pasará cuando seamos débiles? ¿No viene todo lo que está pasando de esta pérdida de valores? No miréis para otro lado, revisad vuestros propios actos. ¿Os habéis aprovechado de los demás? Por ejercer vuestra fuerza ¿habéis obligado a un trato injusto? ¿Habéis sido testigos de injusticias o actos deshonrosos y habéis sido masa escondida? ¿Habéis dejado desprotegidos a las personas a vuestro cargo por miedo? ¿Habéis sido desleales? ¿Habéis faltado a vuestra palabra? ¿Habéis educado en valores? ¿Qué estamos enseñando a nuestros hijos?... No es fácil ¿verdad? pero ¿No creéis que merece la pena intentarlo cada día? Ya somos responsables del mundo en que vivimos. ¿Queréis que siga así? Nosotros somos los encargados de devolver estos valores. Si no lo intentamos, seguiremos siendo responsables de todo lo malo, un mundo en guerra sin cuartel.  Sed hombres y mujeres de honor.


Diego Lias

3 comentarios:

  1. Vivimos épocas revueltas, como ha sido siempre en el discurrir de la Humanidad. No ha habido jamás una Paz Augusta. A mayor pérdida de valores, más conflictos personales y universales.
    El Honor es uno de los valores que deberían adornar al ser humano; pero en un mundo egoísta es un valor "demodè". Es considerado por muchos un lastre para conseguir sus objetivos; y al mismo tiempo, un arma contra los honorables.
    Sin embargo, he visto Honor en mucha gente de todas las clases sociales. Lo que ocurre es que lo malo resalta más que lo bueno y la sociedad no castiga a los malos, por lo que medran a costa de la "bondad" de los demás, que nos mostramos inoperantes y cobardes.
    Deberíamos, como sociedad, enseñar que los valores, como el Honor, enriquecen al individuo y al conjunto. Divulgar la conducta ejemplar y ensalzarla, como se hace en los cuadros de honor de algunas empresas con el "empleado ejemplar de la semana" incentiva la emulación y la competencia sana.

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    1. Estoy totalmente de acuerdo, hay mucha gente de honor y en todas las clases sociales, menos mal. No es que se note más lo malo que lo bueno, que también, es que esta como dices "demodè". La educación y el ejemplo son las únicas vías de transmitir valores. Muchas gracias por tus comentarios y aportaciones al tema.

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  2. Yo creo que muchos de nosotros y desde luego los que nos consideramos hombres de honor tenemos muy claro cuál es el valor del honor personal. Pero la sociedad te demuestra que para la mayoría el concepto de honor como tal está asociado a los tópicos de las películas, “cosa de antiguos”, los duelos, la virginidad de tus mujeres, los mafiosos del padrino sus sobrinos y uno que pasaba por allí, Es normal que para ellos sea algo absurdo.

    Con el concepto de que todo vale y que si no te pillan haces bien en ser un chorizo o un cabrón y que si te pillan, pues con dinero se arregla. Es absurdo que quien piense así piense en algo que no sea el mismo.

    Durante muchos años en mi vida mi objetivo fue el éxito. El éxito es dinero, es el reconocimiento social, el orgullo de ser más listo…pero la vida es más sabia que yo.

    Alguna vez lo tuve y lo digo con orgullo, y de vez en cuando tengo alguna pequeña victoria en ese sentido lo que me ratifica que ya no espero a vivir cuando llegue a algún sitio sino que voy viviendo mi camino. Pero muchas veces en lugar de éxito llegó el fracaso o el silencio y la frustración puede ser insoportable.
    Creo que es lo que le pasa la mayoría que viven en un frustración absoluta basada en que solo les vale una cosa, más dinero, más poder, sobrevivir cómodos, joder al vecino, yo que sé…

    De niño los Jesuitas me quitaron muchas tonterías y enseñaron muchas cosas, las para mi accesorias las olvidé pero las prioritarias no y entre ellas están, que el mundo no gira en torno a ti, que eres uno más, que no se trata de no ser malo que se trata de hacer el bien.

    Hoy en esos ratos de bajón que creo que todos tenemos, mi forma de superarlo es mirar para atrás y ver las veces, que me paré a defender a alguien, a veces hasta alguien te lo reconoce y te llama defensor de pleitos pobres, las dos veces que cambie de trabajo y me fui tan pronto me convencí que eran auténticos estafadores. (No están en mi CV, evidentemente), no sé, acabas olvidando muchas situaciones, no quiero caer en vanidad.

    Para ser un hombre de honor no hace falta ser un santo, ni muchos menos eres un idiota, al contrario es que tú ya vas de vuelta.
    Sí hay que sentir que uno lo es, sin darte cuenta lo reflejaras, es la idea de que mi honor como hombre justo es mi mayor fortaleza y principal patrimonio.

    Saludos para todos.
    mariano.fernandez@b4gs.es

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