miércoles, 17 de septiembre de 2014

PREGUNTA

¿Habéis pensado alguna vez en las preguntas como tales? Pues ya he hecho una. Toooodo está lleno de preguntas.

Estando mi mujer, mis hijas y mi suegra comiendo un día. Mi hija mayor dijo: “Mamá, lo de la reproducción que nos están explicando lo entiendo. Un espermatozoide de un hombre nada y nada hasta llegar al óvulo de una mujer que está dentro de ella y lo fecunda. Pero lo que no entiendo es ¿Cómo llega el espermatozoide hasta la mujer?”…Segundo de silencio…, mi mujer se atraganta, mi suegra pregunta que a qué clase de colegio llevamos a estas niñas, la pequeña mira a todas sin entender. Mi mujer, recupera la compostura y dice esa frase lapidaria “No te preocupes, que ahora mismo se lo preguntamos a papa” (paradón y balón fuera). Despacho de papa última hora de la mañana “Hola, ¿Qué pasa?”, “Nada, nada que tu hija te quiere hacer una pregunta…” Salvé la situación con un “No te preocupes cariño, que luego cuando llegue, te lo explico” ¡Como para explicar algo así por teléfono y en el despacho! Imaginaros la situación si entra alguien y estoy en medio de la explicación. Inocente de mí…, nada más abrir la puerta, al llegar a casa, estaba con su sonrisita esperando la respuesta. El resto es clasificado.

Desde bebés y sin ni siquiera hablar, ya preguntamos. Hummm ¿Qué será esto? ¿A qué sabrá? Voy a probarlo… ¡Nene! Caca, caca. Eso no se chupa. Paaaco, ya te has dejado en medio (lo que sea) y el niño lo está chupando. ¡Espectacular comienzo en la larga marcha para alcanzar el conocimiento! Necesitamos saber y conocer nuestro entorno. Lo desconocido nos da miedo. Luego, cuando le coges el “gustillo”, empiezas a hacerlo por curiosidad. Pero nunca dejamos atrás las preguntas de seguridad (son nuestras preguntas de agobios que no nos dejan vivir y no llevan a ninguna parte) Hay que pensar más en las de prosperar y hacernos preguntas a nosotros mismos para conocernos mejor.

Rabindranath Tagore dijo: “Hacer preguntas es prueba de que se piensa” Y puestos a pensar la gente se preguntó incluso qué preguntas se tenían qué preguntar, no sólo para alcanzar el conocimiento, sino además, para que fuera el correcto. Y una larga lista de mentes pensantes como Sócrates, Platón, Descartes, Pascal, Kant… han hablado y hablado sobre ello. El Pensamiento Crítico, La Filosofía Natural, El Método Científico, e incluso en nuestros días el Periodismo de Investigación surgen de estos pensamientos. En el mundo de la empresa el máximo exponente de métodos reglados y estructurados para alcanzar la verdad sobre una serie de preguntas, sería La Auditoría. J ¡No te rías! Hoy en día está muy cuestionada porque, en realidad, responde a preguntas distintas de lo que la gente piensa que responde, y porque en todas las profesiones siempre hay alguien que se pone al mundo por montera.

Las preguntas limitan nuestras respuestas, lo vemos con la auditoría ¿Qué te estás perdiendo de lo que no preguntas? Incluso nos permiten mentir en su faceta de “ocultar la verdad”. “Que no lo pregunte, que no lo pregunte. ¡Bien! No lo pregunto”  Y luego viene el “No lo preguntaste”. Antes de hacer una pregunta tienes que preguntarte todas las preguntas (¡Qué trabalenguas!): ¿Qué quieres saber? ¿Por qué debes preguntar? ¿Cómo debes hacerlo? ¿Cuándo debes preguntarlo? ¿Dónde debes preguntar? ¿A quién?

El “Qué” y “Por qué”, que parecen tan obvios, no lo son. Tienen todo que ver con centrar tus objetivos o metas, y nos perdemos mucho en este apartado. Damos muchas vueltas por no tener bien definido lo que buscamos. Párate a pensar, dirige los esfuerzos y serás más efectivo en llegar al conocimiento. John Ray (fundador de la botánica moderna) decía: “Un necio puede hacer en una hora más preguntas que las que un sabio puede contestar en siete años” y Einstein decía: “Si yo tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiera de la solución, yo gastaría los primeros 55 minutos para determinar la pregunta apropiada, porque una vez supiera la pregunta correcta, podría resolver el problema en menos de cinco minutos” 

“Cómo”, tiene mil maneras. Su base es el poder de las palabras e influye en el tipo de respuesta. Buda dijo: “Existen cuatro maneras de responder preguntas. Hay preguntas que deben ser contestadas en forma categórica (Si/No). Hay preguntas que deben ser respondidas con una respuesta analítica. Hay respuestas que deben ser respondidas con una contrapregunta. Y hay preguntas que no deben ser respondidas” Cómo formulemos la pregunta, nos llevará a un tipo de respuesta. Definitivamente no queremos llegar al último tipo. No es lo mismo decir: ¿Tienes un rato para que veamos porqué han salido las cosas mal? A decir ¿Cuándo tengas un rato me puedes explicar porqué cada vez que haces algo “la cagas”? La respuesta y la predisposición del que responde, me temo que puede cambiar. No sólo preguntamos con preguntas. Las conversaciones, bien llevadas, nos proporcionan mucha información y a veces son más efectivas que una pregunta directa.

“Cuándo”, “Dónde” y “A quién”. Fallar en esto es lo que llamamos una “pregunta inoportuna” y nos reímos mucho cuando viene de un niño, como en el ejemplo, o cuando se hacen chistes, que hay un montón. Pero parece que no lo hemos aprendido todo desde que éramos pequeños y seguimos “liándola”. Una persona hace una entrevista de trabajo, va fenomenal y cuando está despidiéndose suelta “Y… ¿Qué es lo que hace la empresa?” Estas y otras muchas, hacen que todos los días se arruinen proyectos, se pierdan ventas o termines durmiendo en el sofá.

Cuando somos pequeños estamos llenos de preguntas. Pero nos hacemos mayores y parece que lo perdemos poco a poco. El problema es que la rutina nos da sensación de seguridad y mata la curiosidad. En la empresa, la automatización y la estandarización de procesos llevan a la eficiencia, es la rutina de la empresa. Aunque alguien haga una actividad rutinaria, debe conocer y preguntar para desarrollarla bien y entender. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué?... Es más, el dar la libertad para hacer estas preguntas, lleva a otro tipo de preguntas como ¿Y si? Este tipo de preguntas son las que pueden optimizar los procedimientos o incluso plantear un cambio total que lleve a una eficiencia superior. Esto en rutinas, no digamos ya en creatividades mayores.

No limitéis la potencia ni la creatividad de vuestra empresa, hijos, amigos… restringiendo las preguntas. No tengáis vergüenza “El que pregunta se muestra como ignorante una vez, el que no pregunta es ignorante toda su vida” (Proverbio Chino). No tengáis miedo: A veces no queremos saber (por ejemplo ir al médico) y cuando no tenemos más remedio, la respuesta puede ser peor. No formuléis vuestras preguntas sin pensar, pues también muestran vuestra inteligencia y prudencia. Las preguntas llevan al conocimiento y el conocimiento es poder. Es poder de ayudar, como un médico, es poder de convencer, es poder de enseñar, es el poder de la verdad, es el poder de… De ser capaces de hacer las cosas bien en beneficio de todos. Preguntar es una actitud y un deber. ¡Pregunta!

Diego Lias








2 comentarios:

  1. Hice unos ejercicios espirituales con los jesuitas, bastante intensos. Durante las meditaciones, eché una mirada a mi vida pasada y mis circunstancias actuales. Ahí fue donde comencé a hacerme preguntas, en serio. ¿cual ha sido mi senda?, ¿la elegí yo?, ¿que circunstancias me obligaron?, ¿hice mal a alguien en mi camino?, y muchas más que no voy a enumerar. Es lo que se llama un examen de conciencia, que para mi ha sido muy útil, Practicarlo de vez en cuando se ha convertido para mí en un hábito y me ayuda muchísimo en mi trato con las personas y en la toma de decisiones; porque crea en mí, de una manera inconsciente, una amplia visión de las consecuencias de mis acciones, consiguiendo así reducir mis equivocaciones.
    Y TODO POR HABERME HABITUADO A PREGUNTARME A MI MISMO.

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    1. La vida va muy deprisa, el pararnos a pensar es muy bueno. Nos permite ver donde estamos y hacia donde queremos ir. Estuve en unas charlas hace poco con unas personas que se dedican psicología empresarial y personal. Me comentaban que los recientes estudios de psicología estaban viendo que antes teníamos momentos de soledad que nos ayudaban a pensar. Ahora con los teléfonos no estamos nunca "solos" y estamos dejando de tener esos momentos para pensar. Creen que es perjudicial. Están estudiando como nos afecta a nuestros patrones de conducta. También están estudiando la pérdida creciente de la comunicación cara a cara y como afecta al aprendizaje de como está la otra persona con la que nos comunicamos mediante la comunicación no verbal. Vamos, que cada vez somos menos expertos y produce problemas de comunicación.

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